MOCHILAS VACÍAS

Pasada la primera quincena de septiembre parece que todo vuelve a su sitio. Con o sin vacaciones, con más o menos dinero en los bolsillos, el verano con sus días largos y luminosos permite ver la vida con cristales de colores. La vuelta a la normalidad y sobre todo la vuelta al colegio es el inicio de una nueva rutina, que para una gran mayoría se convierte en una cuesta de difícil escalada y cuya última etapa se ve todavía muy lejana. Hay que pasar varios puertos con  dificultades y equilibrios; las navidades, la cuesta de enero, la realidad vencida de la primavera, es un largo trecho hasta fin de curso, con sus éxitos o fracasos.
Para las familias en septiembre empieza a girar la ruleta para padres e hijos, de los 3 años a la universidad, se inicia el camino y marca la ruta que poco a poco irá definiendo su futuro, pero no todos parten con el mismo equipaje, ni con la misma igualdad de oportunidades. La calidad de la educación pública en los últimos años fue un salto de gigante para derribar las barreras, que ni mi generación, ni mucho menos las anteriores habían tenido. Parecía irreversible una vuelta atrás, pero en estos años de gobierno del PP, tanto por las políticas del Estado como por las autonómicas, vamos camino de una educación pública de beneficencia y la dualidad educativa es cada vez más profunda.
Hay cuestiones que no necesitan muchos comentarios, pero que a veces ocultan quienes toman decisiones. Sí, hay más paro, salarios más bajos, más impuestos, en definitiva menos recursos y a la vez se esquilma la financiación pública. Muchas familias no pueden soportar los pagos que estos días son motivo de conversación cotidiana. Algún ejemplo para ilustrarlo son los recortes que han vaciado los presupuestos: Las becas se recortan en 275 millones de euros en dos años, suben un 50% las tasas universitarias, sin ayuda para libros de texto, ni para comedores escolares, ni para material didáctico para niños con síndrome Down. Si además el profesor de inglés tiene que impartir matemáticas, mal vamos para la excelencia  de la que se presume.
Invertir en educación es invertir en futuro, pero con las mochilas vacías y la cantinela rancia de que a la universidad va cualquiera, caminamos a ninguna parte.

MOCHILAS VACÍAS

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