El alcalde se va a Madrid

LA tierna historia de la perra que adopta y cría al lechón desvalido podría ser en versión humana la de la Marea, nasía pa’ganá, con Alberto Lema. Intentó ser concejal en Vigo, no lo consiguió y ahora lo es en A Coruña, donde fue acogido por esa madre amantísima. ¡Pues vaya desgracia!, no para él, sino para los coruñeses, pues en año y medio ya se ha cargado dos conexiones de Alvedro. ¡Y menos mal!, porque aún pudo ser peor; si le dan más tiempo obliga a Xulio Ferreiro, el Varoufakis de A Gaiteira, a viajar a Madrid en coche –en uno de la Policía Local o en el suyo particular, ya sería otra cosa, pero del automóvil no lo liberaba nadie–. Y es que resulta que al alcalde se ha emperrado en ir al Ministerio de Fomento y a Puertos del Estado para ver si le hacen un apañito con la venta de La Solana. Si habla con Ramón Espinar a lo mejor hasta consigue que le paguen por asumir la propiedad del terreno. Los comerciantes, a quienes no ha pagado parte del convenio firmado, serían felices.

 

El alcalde se va a Madrid

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