Primario y precario

La moción de censura era inútil, irrelevante, imposible e inviable. Eso ya lo sabían todos, especialmente Podemos. En todo caso, era una oportunidad para ver cómo se desenvolvían los líderes de esta formación y qué reacciones provocaban, qué posibilidades de alianzas y qué programa de gobierno había detrás. La política es también espectáculo, puro teatro, pero puede ser una obra seria, con argumento y dirección o un vodevil de sala alternativa. Lo de Podemos ha estado más cerca de esta segunda que de la primera. Política “off”, porque el mensaje es viejo, las formas son pobres y no hay mimbres para construir un guion digno.
Cuando uno está seguro de que el objetivo que se busca no es la presentación de una alternativa real a quien gobierna sino otra cosa, lo que acaba saliendo es el discurso primario, simple, el que solo “apela a los sentimientos de la gente para abrirse camino estratégico de carácter partidista”, como dijo el portavoz socialista. Hay muchas razones para criticar al Gobierno –también otras para valorar lo que ha hecho en medio de la crisis que dejó la izquierda–, pero casi ninguna de ellas estuvo en el debate. Y, sobre todo, hay que presentar una alternativa real a los problemas reales, que son muchos. Pero, ¿para qué ese esfuerzo si ese no es el objetivo? Podemos representa la vieja política que ha fracasado en todo el mundo y que no funciona donde gobierna. Por eso, en el debate, las ideas se sustituyeron por slogans, el programa por un marketing barato, las palabras por los gritos y las ideas por una actitud agresiva. La precariedad quedó patente cuando se debatió el tema de Cataluña y Pablo Iglesias quedó en evidencia. Decía Descartes que no hay nada repartido de modo más equitativo que la razón. Todo el mundo está convencido de tener suficiente”. Algunos piensan que “solo ellos” tiene razón y que pueden despreciar a todos los demás.
En políticos que analizan con rigor los movimientos estratégicos  la moción de censura ha sido un error táctico, tal vez porque Ana Pastor les cambió el ritmo al retrasarla hasta que pasaran las primarias socialistas, lo que, sin duda, también aplaudieron con fervor en el PSOE. Cuando Podemos pudo gobernar no quisieron –y de eso nos libramos– y ahora, aunque invitan al PSOE a formar una alternativa contra el PP, saben que no es posible, entre otras cosas porque lo que aúna Podemos ni siquiera es homogéneo y el PSOE anda todavía buscando su norte que, visto lo visto y conocidos los antecedentes de Pedro Sánchez, todavía está lejos. Con los únicos apoyos de Bildu y ERC, lo único que está cerca es el precipicio.
Podemos no tiene programa ni proyecto. Su discurso es primario y, sobre todo, precario, mucho más que los salarios y los contratos. Con eso se puede montar un espectáculo todos los días, pero no se puede construir un Gobierno responsable, aunque algunos sigan teniendo la tentación de hacerlo en lugar de recuperar su centralidad y su hegemonía.

Primario y precario

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