Medievocridad

Cayetano Luis Martínez de Irujo y Fitz-James Stuar, reputado jinete y quinto en la línea sucesoria de la Casa de Alba, hizo, con ocasión de la entrevista de Jordi Évole en “Salvados”, una encendida defensa del medievo y del duelo como modo de resolver los agravios y afrentas de que es objeto por parte, de su único flagelo, la prensa del corazón. Se le antoja más justo y noble batirse que litigar. Un brindis al sol, solo eso, porque el florete o la bala, no son ni lentos ni clementes, como lo es la justicia. Ocurre, y eso lo crispa, que la cansada deidad es reacia a sentenciar contra la libertad de expresión aún cuando la reclama en defensa de su legítimo derecho a la intimidad. Que, todo sea dicho, ni ofende ni interesa, no así su vasta heredad, rémora del futuro de este País.

Tienen más fe en el Estado de Derecho aquellos a los que éste no es capaz de restituir en lo suyo: los jornaleros, que quienes lo tienen por cómplice y guardián: los señoritos.

El trabajador en el orden y el señorito en el desorden, la idea semeja revolucionaria, sin embargo, es profundamente reaccionaria. Unos se sienten seguros en esa indolente seguridad y los otros añoran encarnar el orden: ordenar.

De todos modos no me escandalizan tanto sus preferencias históricas como los tres millones de euros en subvenciones que recibe de Europa, y que posibilitan la permanencia y perpetuación del latifundio, esa mitad de maldición que completa el minifundio.

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