El contribuyente, gran penitente

¿Qué me dicen si les indico que el coste medio por uso real de las autopistas españolas es cuatro veces superior al de Alemania? Y ¿si les añado que España lidera el gasto, con casi 500.000 euros los mil metros cuadrados? Y se preguntarán ustedes: ¿los trabajadores y constructores españoles son peores y menos capaces que el resto de los europeos? No. ¿Qué ocurre entonces? Pues, ni más ni menos que el “cáncer” español: las comisiones, las mordidas, el despilfarro, las exigencias sindicales y las mamandurrias.
Se han construido innecesarios edificios suntuosos, aeropuertos que no tienen aviones, estaciones y ferrocarriles sin viajeros, polideportivas sin clientes. Ciudades de la cultura que no tenemos con qué llenar y son un pozo sin fondo de sepultar dinero.
Hay más: Financiar a los partidos y a los sindicatos se hace, en un 90%, con su bolsillo y el mío. Ejemplo: El PP gastó en 2011 la cantidad de 133.598.250 euros y por cuotas de afiliados sólo ingresó 12.303.879 euros. ¿Cómo se come esto? Las cuatro administraciones nos cuestan 1.500 millones adicionales. Los 12 defensores del pueblo, 43 millones; los servicios de estadística, 240; los institutos cartográficos, 56; los tribunales de Cuentas, 128, los Consejos Económicos, 21; los Consejos de la Juventud, 2,5; Los tribunales de la Competencia, 20; los consejos consultivo, 40 y las radio y televisiones públicas 1.193 millones. Y ya no hablamos de “seudo embajadas” en el extranjero. Además, sobran el 90% de asesores, fontaneros, enchufados y “abrazafarolas” (remedando a José María García).
Hay cerca de 4.000 empresas públicas con paniaguados. Hay un descomunal parque de automóviles e incontables edificios públicos. Mientras, la gente duerme en la calle o “rebaña” en los contenedores. Los desahucios se suceden y los niños comen mal. Francia e Inglaterra han suprimido los coches individuales oficiales hasta para los ministros. Aquí, “a velas vir”.

El contribuyente, gran penitente

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