Lo único que sabe es que el propietario del boleto de la Bonoloto premiado en la noche del lunes con 1.757.947 euros no era turista, porque los pocos excursionistas que se atrevieron a retar a la lluvia e hicieron una parada en la administración, número 15, jugaron a la lotería. La vendedora del local con número 12 de María Pita, María Páramo, contaba ayer cómo con una apuesta de cuatro líneas y dos euros en la cartera, el nuevo millonario pasaba a convertirse en el cliente al que más habían adornado con euros desde que abrieron: “Repartimos algo en Reyes hace unos años y también alguna primitiva pero nunca habíamos dado tanto dinero”.
A falta de confirmar el nombre del suertudo, la lotera solo esperaba que fuera alguno de los habituales, “que los hay que les hacen bien falta”. En este sentido, comentaba que el ganador realizó una apuesta automática, de esas que salen directamente de la máquina, al 7, 28, 30, 34, 43 y 49. El complementario fue el 46, y el reintegro, el 5.
Esta combinación lo coronaba como el único acertante de primera categoría en el sorteo, una circunstancia que se sumaba a la de que el bote era bueno, señalaba la comerciante. María colgaba el cartel de “aquí se vendió” de un buda que vigila en la entrada del negocio. Decía que la estatua, procedente de la antigua Birmania, se la habían regalado el pasado verano y que pensó que podía quedar bien a las puertas del establecimiento.
Sin duda, fue una especie de amuleto que hizo que la suerte entrara por la AP-9 directa a la ciudad. Antes de irse, el señor azar condecoraba a un segundo agraciado con prefijo 981 con más de 966.075,88 euros al ser el único que atinaba con el “Pleno al Quince” de la jornada trigésimo segunda de la Quiniela. El coruñés validaba su boleto en el despacho receptor número 29.715, situado en la calle Enrique Mariñas, número 2.
Así es que la buena dicha dibujaba una parábola imaginaria entre la céntrica plaza de María Pita y el barrio de Matogrande para repartir más de dos millones en una sola jornada.