El abuso de las zonas de carga y descarga obliga a usar las cámaras para prevenir ocupaciones

El abuso de las zonas de carga y descarga obliga a usar las cámaras para prevenir ocupaciones
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De un tiempo a esta parte, el control de las zonas de carga y descarga se está convirtiendo en un problema cada vez más acuciante. Por eso desde Movilidad quieren organizarlo mejor: los usuarios se quejan de que se usan a menudo por no transportistas o que sufren de un exceso de ocupación.  Ahora mismo se está estudiando como controlarlas mejor y de hecho, en algunos puntos, las cámaras de Vía Prioritaria Vigilada (VPV) no solo controlan la doble fila controlan también las zonas de carga y descarga, así como las paradas de autobús. .  

El auge de la compra online y las grandes declaraciones ha incrementado mucho la presencia de reparto de pequeña paquetería, que incide a la movilidad. “Es la realidad y hay que buscar alternativas para que no se colapsen algunas zonas del centro”. A día de hoy, es posible contemplar docenas de furgonetas de reparto estacionadas en el acceso al polígono de Vío, docenas de vehículos que convergen en la ciudad.

Ahora mismo es muy difícil para la Policía Local controlar todas las zonas de carga y descarga de forma presencial. Está previsto continuar con la vigilancia telemática en las calles donde hay cámaras instaladas, como la ronda de Outeiro o la calle de Juan Flórez, por citar solo dos, pero la Concejalía de Movilidad también se plantea establecer un procedimiento los vigilantes de la ORA, que pueden multar o, dicho con más propiedad. “Pueden redactar un informe que luego generan una incidencia que posteriormente da lugar a un expediente sancionador”, como explican fuentes municipales.

Última milla

Para el Ayuntamiento, lo más deseable es reducir el número de vehículos. El proceso de peatonalización, que elimina plazas de aparcamiento, supone un problema añadido, puesto que el comercio sigue necesitando que circulen por las calles furgonetas cargadas con sus mercancías. En algunos puntos de la ciudad, su número no es suficiente. En otras, se trata de nu uso inadecuado, o más bien de su abuso. A largo plazo, lo que querría el Gobierno local es implantar el sistema de “última milla”, como señaló la alcaldesa, Inés Rey.

Dicho sistema consiste en que la última parte del envío se haga en bicicleta, siempre que sea posible. Esto evita ocupar más espacio del debido, en las calles o en la zona de carga y descarga, además de reducir la contaminación en el centro de la ciudad. Sobre este particular, hay que recordar que los mercados municipales aumentaron el número de envíos a domicilio en bicicleta durante el período de confinamiento, en lo que desde María Pita consideran como una experiencia positiva. Sin embargo, la Mesa de Movilidad no espera poder implantarlo  a corto plazo.

“Desastre total”

Por su parte, José Luis Reimúndez, presidente de la asociación de transportistas ligeros, traza un cuadro catastrofista de la situación, a la que definió como “un desastre total”. Asegura que el comercio está cerrando y que en parte es porque las cargas y descargas están permanente ocupadas.

Considera además, un agravio comparativo que a la hostelería se le cedan espacios de acera para sus terrazas y en cambio, para los transportistas sea cada vez más difícil. Reprocha al Gobierno local que no les recibiera y se muestra poco esperanzado.

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