Manuel González | “Los artesanos son creadores sin interés en colaborar con una economía de consumo masivo”

Manuel González | “Los artesanos son creadores sin interés en colaborar con una economía de consumo masivo”

Manuel González cogió las riendas del colectivo hace 34 años. Era necesario hacer piña. No solo se formaron en asociación, también potenciaron una marca, su marca, y hoy, nadie duda de la calidad de lo que se lleva cuando viaja en una bolsita de color azul celeste y blanca. En la actualidad, son más de 200 los que fabrican criaturas únicas, frente a la amenaza del consumo masivo y del corta y pega. 

¿Cómo resultó esta edición de Mostrart para los artesanos? 
Es difícil saberlo porque te puedo dar mi opinión, pero es de la percepción que tuve. A veces cuesta recabar datos porque la gente es reacia a hablar de ventas, pero creo que fue mejor que el verano pasado. Parece que hay confianza en el consumidor y la subida del turismo en Galicia, que pasó de los 1,5 millones hace cinco años a los cinco o seis que tenemos ahora, influye. Para los visitantes, la artesanía es la estrella y no dudan en llevársela para regalar a los suyos. 

¿Qué sería de ustedes sin las ferias? ¿Su rentabilidad depende de ellas? 
Somos un país de ferias. Como nos quiten vender en la calle, estamos muertos. Además, este tipo de actividades dinamizan las ciudades, las visitas a las ferias son tranquilas, la gente pasea. Me he fijado en las colas de los supermercados y los que esperan están en tensión buscando la forma de ahorrar unos segundos. Aquí es todo lo contrario y se lo toman con super calma.

Es más, puede decirse que hay un turismo de mercadillos. La gente va a los sitios buscando ferias interesantes, ¿no lo cree? 
Sí, son consustanciales al turismo. Si vas a Londres, los mercadillos son una parada obligatoria. También los de abastos, aquí la plaza de Lugo, por ejemplo, es un atractivo porque no encuentras otro mercado de pescado como este.

Desde el Ayuntamiento y la Xunta miran que todos los vendedores sean autónomos. ¿Es importante que se regularice bien este tipo de actividades? 
Es que tú no puedes vender productos si no tienes regularizada la actividad. Lo que no puede ser es que haya alguien que por circunstancias se ponga a vender frente a otros que sí están regulados. Es competencia desleal, pero lo que pedimos desde hace años es la exención de la cotización a la Seguridad Social para personas con rendimientos brutos inferiores al salario mínimo interprofesional o que puedan cotizar a tiempo parcial. 

¿No cree que es todo bastante ambiguo? Hay muchos artesanos que al tener pocos ingresos, no les compensa darse de alta. 
No existe una norma y depende mucho del inspector de turno. Una forma que se aproxima son los 50 euros de tarifa plana como autónomos, que ahora mismo es de seis meses, pero hay una ley para aprobar en el Congreso que lo extiende al año. También cotizar a tiempo parcial porque si solo trabajas una semana al mes, por qué vas a hacerlo por las cuatro. Creemos que los autónomos tienen que tener los mismos derechos que los trabajadores por cuenta ajena. Si solo trabajo cuatro horas al día, por qué tengo que estar como ocho. 

¿Se puede vivir hoy en día de la artesanía? 
Este local lo hemos pagado entre todos los de la asociación, liquidamos la hipoteca hace diez años. Somos más de 200 y llevamos funcionando desde 1983. En Mostrart hubo 53 expositores. Algunos están empezando y no sé si pueden vivir de esto, pero la mayoría sí. Si eres tenaz, inviertes esfuerzos, arriesgas y haces un producto que demande la gente y que tenga calidad, lo puedes conseguir. 

¿Qué supuso la marca “Artesanía de Galicia” para la profesión? 
Muchísimo porque el problema que teníamos antes era que el público creía que todo el mundo era artesano. Ahora tenemos una mayor presencia en el mercado y los consumidores, la máxima garantía de que un trabajo es profesional o es un fraude. Hay cosas que se hacen en China y se venden en tiendas de souvenirs con la sugerencia de que es artesanía gallega.

Hablan de la gallega como referente en el estado, ¿dónde estuvo la clave para conseguir esta imagen?
Porque lo tenemos bien organizado tanto desde nuestra asociación, que promovió la marca, como desde la Xunta, que asumió la estrategia y pasó a ser conjunta. Hay conciencia del sector y la Administración pública. La Xunta sabe que tiene una importancia estratégica para vender Galicia. Se utiliza como un recurso turístico, igual que la gastronomía y el paisaje. Son argumentos, lo autóctono cuenta y si vas a Fitur, siempre puedes ver productos artesanales de cada región. Galicia casi siempre los lleva porque algunos son icónicos.

¿Aumentó el número de artesanos con la crisis? 
Sí, pero en general pasó con todos los oficios y profesiones que se pueden ejercer de forma autónoma. Los empresarios contratan para ganar dinero. En tiempos de crisis no lo hacen, pero tú puedes realizar el mismo trabajo con rendimiento suficiente como para ganar para ti y gestionar tu propio puesto para obtener unos ingresos con los que puedas vivir. Aquí es cierto que hay un factor vocacional y también ideológico porque el proceso es ético y sostenible y no es especulativo. A la vez, tiene un componente creativo y carece de intermediarios. Los hay que son artesanos por un factor de nostalgia de tiempos donde la economía era más sostenible. Tienen admiración por ese pasado y quieren conservarlo. Un ejemplo lo tenemos en Sargadelos, que supo introducir la tradición dentro de un discurso contemporáneo.

¿Qué opina de las nuevas líneas de la fábrica?
Ahí no me meto. Prefiero no comentar nada de lo nuevo.

¿Qué objetos que estaban en peligro de extinción lograron salvar los artesanos actuales?
Instrumentos tradicionales que se estaban perdiendo. El padre de Elena Ferro hacía zuecos y ella se empeñó en seguir haciéndolos contra toda predicción. A nadie se lo ocurrió antes reconvertirlos y seguramente que ya vendió más que su padre en toda su vida. Elías, de Gundivós, recuperó esta cerámica que se daba por muerta en los años 70 y 80.

¿Donde está el quid para tener venta? ¿Qué cree que necesita tener un producto para que convenza al público? 
El resultado. Los bolsos que fabrica la marca Loewe cuestan tanto porque son buenos. Los motivos de la gente para comprar son muy variopintos, pero la mayoría de las veces es porque el resultado es de buena calidad. También entran en juego factores como la originalidad y que el producto sea redondo. 
¿Dónde está la diferencia entre inspirarse del exterior y plagiar un diseño? 
Una cosa es inspirarse y otra fusilar. Los hay que copian ideas de los demás y se hacen de oro. Los artesanos son un grupo de creadores sin interés en colaborar con una economía de consumo masivo, con obras únicas, que exponen y presentan en sociedad. Como consecuencia lógica, vienen las tendencias. Después, está la gente que hace negocio y que está en otra posición bien distinta. Estos van a ganar dinero. Lo importante es cómo se hacen las cosas y, en este sentido, estos últimos ofrecen caricaturas a bajo precio, con un aspecto moderno. 

¿La gente valora cada vez más el producto único o se deja llevar por un consumismo sin fondo?
Los que realizan un consumo con criterio sí, pero vivimos en una sociedad de fuegos artificiales donde “no me importa comprar algo que me va a resolver el día de hoy”. Compras continuamente y los que venden la ropa se están haciendo de oro. En los contenedores se acumula ropa en cantidad. Sin embargo, las tendencias las marcan los creadores. Son los diseñadores auténticos, nada que ver con los que tienen una forma de hacer que se basa en el corta y pega.

“De A Coruña sale el 40% de toda la artesanía gallega, mientras que de Pontevedra es el 30%”

A Coruña se lleva casi la mitad de la tarta. De aquí sale el 40% de los productos que se moldean con las manos, el 30% lleva el sello pontevedrés. En un país de ferias como Galicia, Manuel habla de que la media de edad ha bajado en cinco años gracias a una ola de nuevos artesanos que desembarcaron con nuevas ideas. Lo que más se fabrica son complementos de ropa, que se promocionan o no en internet. 
Los hay que no quieren saber nada de la venta on line. Otros dedican muchas horas a cultivar su público virtual, pero todos tienen el denominador común de ser diseñadores auténticos, marcadores de tendencias, que exponen al viento lo que hacen sin pensar en un consumo masivo. Esos son los otros. Los que se dedican a fusilar y plagiar productos a bajo coste para obtener de ellos un beneficio rápido. Casi instantáneo.

¿Qué se vende más por internet o en las ferias? ¿Hay compañeros que no pasan por el aro y siguen optando por el “face to face”?
Hay artesanos que venden por internet y otros que lo hacen solo en ferias, lo que se conoce como off line. Los que están en las redes son nacidos en la era digital. Hay algunos que no quieren saber nada y prefieren el contacto directo con las personas. Ni siquiera tienen web. No se lo plantean. Otros gastan mucho tiempo en cultivar a su público en internet.
 
¿Qué razones tienen para no estar on line? 
Muchas veces es por falta de formación porque son mayores y renuncian a hacerlo.

Si la artesanía gallega fuera una tarta, ¿cuántos trozos se llevaría la provincia de A Coruña? 
En la provincia de A Coruña es donde hay más artesanos, seguida de Pontevedra. Ourense y Lugo están a la par. De A Coruña sale el 40% de toda la artesanía gallega, mientras que de Pontevedra es el 30%. Ourense y Lugo representan un 15%, cada una.

¿Cuál es la media de edad? ¿Los jóvenes están tomando el relevo en la artesanía? 
Hay de todo, pero sí que es cierto que tenemos una nueva ola de artesanos jóvenes, que desembarcaron de hace cinco años para aquí. Por eso que la media rondaba entonces los 40/50 años, y en la actualidad con ellos, bajamos a alrededor de los 40 años.
 
¿Cuál es el más veterano de los artesanos? 
Tenemos un socio honorífico que tiene 84 años, Eusebio Sánchez, que era tornero de madera. 

¿Qué es lo que más se fabrica actualmente? 
Sin duda, los complementos de moda.

¿Cómo es el funcionamiento de la asociación? 
Al principio, nos juntamos como un grupo de amigos que hacíamos lo que podíamos. Era un trabajo voluntario, pero al ser más de cien personas, vimos la necesidad de tener un gerente o alguien que se hiciera cargo y que ese alguien estuviera liberado. Al final, este modelo, el de la autogestión, lo importaron otras comunidades como Castilla y León. Yo estoy desde 1983 con un año de parón nada más. Aún así, tengo que renovar cada dos años.

¿A qué se dedica? ¿Puede compatibilizar los dos trabajos? 
Soy marroquinero. El trabajo aquí requiere tener la cabeza montada de otra manera. En el taller, necesitas estar en un estado de ánimo distinto. Y aunque al principio intenté seguir de artesano y presidente a la vez, una y otra profesión no son compatibles.

Manuel González | “Los artesanos son creadores sin interés en colaborar con una economía de consumo masivo”

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