Visita al salón de ese vecino extraño que nunca abría la puerta

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reportaje de  d.g.

refinería de repsol - recorrido por las instalaciones

Desde su inauguración el 11 de septiembre de 1964, la refinería ha sido protagonista de numerosas portadas y titulares, pero hasta ahora, lo que pasaba dentro de la planta  situada en Meicende era una incógnita para las personas ajenas a Repsol. “Para querer algo lo primero es conocerlo”, es la justificación de los directivos de la refinería para abrir sus puertas.
Lo que comenzó como una unidad de procesamiento de crudo, ha pasado a ser un complejo industrial que ocupa más de 150 hectáreas entre los valles de Bens y Nostián y se divide en 40 unidades de procesamiento de derivados del petróleo. Plásticos, diesel, gasolina, queroseno, carbón... son algunos de los productos que salen a diario de las instalaciones coruñesas con destinos tan dispares como Vigo, Asturias, Portugal o Estados Unidos.
Sí sorprende su tamaño, las cifras que se manejan en la refinería también hablan por sí solas. La planta procesa al año 5,5 millones de toneladas de crudo, de las que se producen 2.000 millones de litros de combustible. La electricidad que se genera cada hora es equiparable al doble del consumo de todo el municipio de A Coruña y lo que gastaría una persona en 70 años de vida. Como dato curioso, cabe mencionar que las catorce chimeneas de la refinería son más altas en función de los niveles de emisión de contaminantes. En este punto, los responsables de la planta destacan que las emisiones  de CO2 se han reducido 400.000 toneladas en el último lustro.
Por último, pero no menos importante, está la parte humana del complejo industrial. Más de  640 personas trabajan las 24 horas para velar que la refinería no genere problemas para la ciudad.


 

Visita al salón de ese vecino extraño que nunca abría la puerta

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