Fiesta del Cabrito en Vilariño y en Viana de la Androlla, un embutido típico de esta zona que se sirve acompañado de grelos y cachelos. Este fue el cartel de un Domingo de Entroido en la provincia de Ourense.
Con el ingenio propio de épocas de juglares o trovadores, los vecinos de las aldeas de la comarca de Trives celebraron una batalla campal, en este caso, en forma de verso, en este Entroido (Entrudio o Intrudio), uno de los que mejor ha preservado sus tradiciones tanto por su situación en el mapa como por la escasa influencia de gente de fuera.
Tras la celebración de los foliones esta pasada noche, con los Boteiros como grandes protagonistas, los vecinos de las parroquias de Castiñeira y Mormentelos se enzarzaron en una “guerra dialéctica”, conocida con el nombre de regueifa, donde hombres y mujeres se retan en verso.
Haciendo alarde de su imaginación, los más jóvenes –y no tan jóvenes– de Mormentelos y de Castiñeira, celebraron las regueifas que en esta ocasión acabó con la invitación de los hombres de Castiñeira al otro. Todo ello, con el beneplácito de las familias, para alegría de todos los presentes.
Estas “disputas”, de la zona de Vilariño de Conso, representan “una variante de los duelos dialécticos que oponen ejércitos” en otros puntos de Galicia, como los generales de Ulla, o los moros y cristianos en la Saínza.
Los más veteranos del lugar recuerdan, no obstante, que esta “guerra” se celebra desde hace décadas, y que ahora la protagonice la gente más joven es la prueba del mantenimiento de las tradiciones en esta zona.
En Vilariño, los diferentes foliones se concentraron en la plaza, desde donde iniciaron su recorrido de algo más de un kilómetro. De uno en uno, se iban dando paso, hasta congregarse todos en el camino.
En el caso de Viana do Bolo, los foliones, de varios kilómetros de longitud, encabezados por los Boteiros, recorrieron las principales calles bajo el estruendo de los tambores y el sonido metálico de los sachos.
Una especificidad de este Entroido es la máscara de grandes dimensiones que porta esta figura, formada por una careta negra tallada en madera, con una sonrisa y una figura geométrica a modo de pantalla frontal, de varios kilos de peso. Durante todo el recorrido, los “boteiros’ efectuaban sus alegres danzas.
Tras la celebración de los foliones en estos dos lugares, los vecinos se concentraron en sendos pabellones para degustar productos característicos de esta época, en ambas zonas. n