Cuando Luis Tinaquero comenzó a tocar sobre el adoquín hace 20 años, no había mucho artista callejero y a la gente le sorprendía caminar acompañada por los acordes de una guitarra anónima. Ahora que la crisis aprieta cada vez más el cuello de los coruñeses, él y su compañero Néstor Pardo apuran el café para estar como clavos a las cinco de la tarde. Justo en el punto donde confluyen las calles Real, Riego de Agua y Bailén, que goza de una amplitud de visión considerable y le permite hacer al viandante un stop en el camino. Para ver cómo los creadores de blues hacen magia con los dedos.
Y es que el dúo con escenario improvisado enfrente de una tienda de móviles y a pocos pasos del reino de las medias, dice llamarse Northwest Pickers por eso de haber crecido y comido pipas en la parte más noroeste de la península y de tocar la guitarra con la técnica de “fingerpicking”, que “nos permite hacer bajos con el dedo pulgar y con los otros, melodías”.
Son canciones que llevan al ocioso al continente americano donde el blues se mastica en el asfalto. Hay mucha tradición de tocarlo a la altura del suelo. En el mismo punto donde Néstor y Luis pulen su talento entre semana, que es la única forma de llevarse unas monedas al bolsillo. Luis es, a su vez, miembro de los míticos Miki Nervio & The Bluesmakers, y Néstor Prado se dedica a la música desde hace años. Con directos en locales que “cada vez tienen más trabas para ofrecer conciertos”. Ambos luchan contra el monopolio que hace que sean tres o cuatro los que se lo lleven todo, pero también contra la monotonía de la calle cuando se viste con caras largas.
Ellos creen que todos serían más felices con una banda sonora en su rutina: “Los músicos desde luego sí”. En formato acústico y haciendo el trabajo de tres, los profesionales rompen barreras muy cerca de donde se despachan pinchos de bistec. Tocando para un público que nunca acudiría a uno de sus conciertos. Y a los niños, que son los mejores. Porque se plantan en medio y medio fascinados de lo que puede salir de una caja con cuerdas.
Cuando la noche cae antes y acecha el frío se cambian a la plaza de Lugo, que es para Néstor como un “lago de oro”. Y es que para tomar la calle, hay que estudiarlo todo. Hasta el nivel adquisitivo de la gente que la pisa.