Morris y Pico llevan al cine bajo el título de “Doentes” una trama compostelana escrita por Bolaño

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  marta garcía márquez > a coruña

  “El verdadero creador es Roberto Vidal Bolaño y nosotros no somos más que intérpretes y traductores”. El director Gustavo Balza tuvo la necesidad de hacer cine y se topó con el texto del dramaturgo para pensar seguidamente en Antonio Durán “Morris” como Cañete. Él fue el faro que iluminó la escena en una noche de Santiago donde todo se complica y los campanarios de las iglesias se ven desde lejos pero no se tocan.
La Diócesis de Santiago se negó a ceder sus templos como escenarios para la película y la producción de “Doentes” tuvo que refugiarse en Pontedeume, en Lugo y en el monasterio de Santa María de Ferreira de Pallarés, cuando la idea inicial era localizarla en San Martín Pinario, para volver a Santiago de lunes a miércoles, escapando de la movida universitaria.
Balza explicaba que Morris le llevó hasta Xosé Manuel Olveira “Pico”, que encajó a la perfección en el papel de Valeriano como lo hizo en su momento el propio Bolaño sobre las tablas. El cineasta decía que cuando uno tiene la suerte de visualizarlo, “está la mitad del trabajo hecho”.
Y la pareja se complementa para pintar un retrato de los años 50 cuando el viejo Hospital Real se convierte en un hotel de lujo y Santiago está lleno de enfermos por las calles, tan tísicos como el propio personaje de Cañete. Son dos perfectos extraños que juegan en la noche melancólica de Compostela a sobrevivir.


 

Morris y Pico llevan al cine bajo el título de “Doentes” una trama compostelana escrita por Bolaño

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