Las revueltas aguas de la política que amenazan la reforma del Oceanográfico

Las revueltas aguas de la política que amenazan la reforma del Oceanográfico
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Alejado del bullicio de la ciudad, y situado entre el Paseo Marítimo y el dique de abrigo, es fácil que el Centro Oceanográfico pase inadvertido, igual que ocurre a veces con la labor de los trabajadores que allí la desempeñan. Claro que celebran una vez al año una jornada de puertas abiertas, como reconoce su director, Santiago Parra, pero también reciben de vez en cuando la visita de estudiantes de arquitectura, porque se trata de un edificio icónico, un Bien de Interés Cultural (BIC).

Inmueble construido en los 70 por el arquitecto Vicente Roig, se inauguró en 1977 y en su origen fue destinado a laboratorios, museo oceanográfico y acuarios del Instituto Español de Oceanografía. El edificio mantiene una esencia común: un patio central que da vida a todo el interior, el agua como elemento de identidad, como corresponde a una sede del  Instituto Oceanográfico y lo más importante: la cubierta del patio central que recuerda velas desplegadas de un barco. Este “paraboloide hiperbólico” es una muestra del llamado “expresionismo estructural”.

Sin embargo, por muy espléndido que sea el edificio, lleva tiempo arrastrando deficiencias y necesita una reforma seria. Este año, en los Presupuestos Generales del Estado, se ha incluido una partida presupuestaria para acometer unas obras importantes. Igualmente, el Gobierno destina 2.750.000 euros para la remodelación del Centro Oceanográfico, de los que 1.350.000 euros se invertirán este año. Sin embargo, Parra no las tiene todas consigo: “Llevamos dos años esperándolas, nos incluyen en los presupuestos, pero no se ejecutan”. 

Proyecto 
Y por muy vanguardista o expresionista que sea el edificio, verdaderamente necesita un arreglo. El proyecto que tienen es eliminar todas los desniveles que existen ahora y dejar tan solo tres: un sótano, una planta baja y un primer piso. De esta manera, los técnicos tendrían más habitabilidad y podrían instalar incluso un ascensor. Por una parte cubre las necesidades derivadas de la investigación con laboratorios diseñados con las últimas novedades, grandes espacios para el almacenaje tanto de residuos como de muestras, y amplios y luminosos despachos. Además, se dota al edificio de dos salas para reuniones o trabajos eventuales, una sala polivalente y un office “Lo necesitamos mucho”, asegura el director del centro.

Desde aquí se realizan numerosas actividades relacionadas con el conocimiento científico de los océanos, la sostenibilidad de los recursos pesqueros y el medio ambiente marino, así como de divulgación que se verían muy beneficiadas por unas instalaciones más modernas. Parra no parece muy optimista. Primero, porque todavía no se han podido aprobar los presupuestos por falta de consenso político y segundo, por la crisis, que aún colea. Si no hay suerte, todo el proyecto podría irse a pique.

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