La madre de la joven “más conflictiva” del Santiago Apóstol afirma que se queda fuera

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m. pérez > a coruña
  La vida de Josefa Giráldez va a complicarse “mucho” si la política del “nuevo” Santiago Apóstol continúa según los planes que ha marcado la Xunta. Hasta ahora, la administración le ha comunicado que su hija, Amaranta, deberá abandonar el centro en junio, a pesar de que no está en condiciones de volver a casa y ella se niega a internarla en una institución privada. La familia es de Ponteareas –provincia de Pontevedra– y cada semana viaja el lunes y el viernes hasta el complejo de As Xubias para llevar y recoger a la joven de 19 años. Ella duerme toda la semana allí y los sábados tiene a un cuidador personal en su casa desde hace cuatro años.
Amaranta padece un trastorno genético que limita su capacidad en un 65% y necesita una atención personalizada las 24 horas. Una dolencia de las calificadas como “raras”, el síndrome de Smith Magenis, que solo comparten otras 30 personas en toda España. Siete de ellas, en Galicia. Debido a esta condición, la joven se comporta de forma violenta y, cuando padece una crisis llega incluso a agredir a su madre. Por eso cada fin de semana, cuando vuelve, se inicia una lucha. El pasado, sin ir más lejos, Josefa terminó sangrando por la nariz, después de que le propinase un puñetazo: “Me pega, me muerde, tira conmigo... Yo en casa no la puedo tener”. A pesar de la realidad que ambas viven cada día, en la Xunta entienden que su discapacidad “es leve” y en el centro sólo atienden trastornos  de carácter moderado, grave o profundo.
La madre asegura que su hija está contenta donde está, pero “me quieren hacer la jugada”. Al parecer, la chica no cumple los requisitos establecidos para permanecer en la residencia, puesto que estas plazas se limitan a quienes tienen un 75% de minusvalía.
Sus cuidadoras, que ayer acompañaron a la madre en su comparecencia, aseguran que es “la más conflictiva” del centro. Josefa asegura que se la está discriminando, porque “discapacitados son todos, solo que no quieren a niños conflictivos, los quieren más ‘apagaditos’”.
Cuenta que ella “lo pasó mal” cuando tuvo que cambiarse de colegio, pero ahora está adaptada y “mejora”. Al principio, de hecho, no podía salir a la calle durante la semana. Allí tiene a dos personas pendientes de ella, prácticamente en exclusiva. Dos profesionales a las que Amaranta “adora”.

Alternativas > Las alternativas son dos. La primera es que asista al colegio Terra de Ferrol, más alejado de su domicilio y donde sólo podrá quedarse hasta los 21 años. Ésta no convence a la familia, que entiende que sería un cambio y una nueva adaptación que le costaría a la joven discapacitada. La segunda opción sería internarla en un centro privado, pero Giráldez tampoco ve con buenos ojos esta posibilidad, debido a que piensan que en este tipo de instituciones no estaría tan bien atendida. Principalmente porque teme que “la sedarían para que no molestase”. Hasta ahora se ha puesto en contacto con la consellería y  con el Valedor do Pobo, pero no ha obtenido respuestas.

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