Medio centenar de los ocupantes del edificio de A Silva llegan de Penamoa

Medio centenar de los ocupantes del edificio de A Silva llegan de Penamoa

La Policía Nacional visitó ayer piso por piso el edificio Residencial Finisterre, en A Silva, para contabilizar a los antiguos chabolistas de Penamoa que se han estado instalando desde el jueves pasado en un goteo incesante. Casi ninguno vivía ya en el poblado, pero han venido al reclamo de un piso gratis: los Barrul, los Borja, los Silva, los Rivero... Los tres primeros clanes viven en un mismo portal, cuyos pisos están ocupados hasta el sexto, dejando solo el séptimo y último libre. El portal opuesto, hasta el tercer piso, lo ocupan los Rivero, y otro también está ocupado por más chabolistas, y en un cuarto siguen viviendo los okupas que llegaron al inmueble hace dos meses. Pero la Policía Nacional se centró en las familias de etnia gitana. No hay cifras oficiales, pero se calcula que más de 50 personas han ido ocupando pisos desde que comenzó todo.

“A nosotros nos parece bien que venga la Policía, más vigilancia para que todo esté tranquilo”, comenta un joven de Penamoa. En su portal, el de las tres familias, los patriarcas han acordado que su escalera será una zona libre de drogas y que se dedicarán “a la chatarra y a los mercadillos”. Insisten en que no tienen otra salida que ocupar estas viviendas. “Yo tengo al marido en la cárcel y cinco hijos y con la ayuda que me dan solo tengo para comer”, dice Elena, de 37 años.

El buen humor se acaba cuando llegan los operarios de la empresa Cobra para cortar el cable instalado por los okupas para robar electricidad de la red. Entonces las amenazas de los gitanos obligan a los técnicos a esperar la llegada de la Policía Nacional, que se había marchado. Los agentes y los antiguos habitantes de Penamoa charlan: “Si a nosotros no nos importa pagar la luz, que nos den la factura y pagamos cien euros”.

Pero no hay nada que hacer. A las dos y cuarto de la tarde retiran el cable, ante los irónicos aplausos de okupas y chabolistas, salpicados con gritos de “hijos de puta”. En realidad, no es un revés. “Podemos empalmar la toma aquí o allí –dice uno de ellos señalando los postes–, esta noche ya tenemos electricidad”. Un okupa –ambos colectivos colaboran– comenta que hay que ponerse manos a la obra en el garaje de “La Tomates” para tener duchas. Pronto tendrán las comodidades de un hogar.

Medio centenar de los ocupantes del edificio de A Silva llegan de Penamoa

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