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viernes | 19 abril | 2024
El Ayuntamiento de Oza-Cesuras denunció ante la Guardia Civil de Betanzos y la Dirección Xeral de Patrimonio Cultural las pintadas aparecidas en el sanatorio de O Paraxón. Uno de los símbolos del municipio, envuelto en misterio casi desde su construcción hace más de noventa años, siguiendo las directrices del célebre arquitecto Rafael González Villar.
El Gobierno de Pablo González Cacheiro desplazó personal municipal hasta el sanatorio en cuanto tuvo conocimiento de los hechos, pudiendo comprobar que, además de daños en el patrimonio, el contenido de las pintadas hacía alusiones a una persona vinculada a Cesuras y, en concreto, al CEIP de O Forte-Bragade.
En este sentido, el alcalde de Oza-Cesuras condenó este acto vandálico, “un ataque al patrimonio cultural de uno de los espacios más conocidos del municipio”, pero también “un ataque al honor de una persona y a la libertad de un grupo de vecinos que han decidido promover un homenaje, todo ello valiéndose del anonimato”, señaló González Cacheiro. Porque las pintadas aluden a la organización de un acto, promovido por un grupo de vecinos, a un docente que ejerció durante años en el CEIP Forte-Forte-Bragade de Cesuras.
Colaboración
El Ayuntamiento de Oza-Cesuras condenó “este ataque al patrimonio, al honor de las personas y a la libertad de unos vecinos que han decidido organizar un acto” en este espacio singular, al tiempo que solicitó colaboración ciudadana para dar con el autor o autores de las pintadas, y los consiguientes daños en los muros, y “para evitar este tipo de acciones contra el patrimonio cultural, agravados con un evidente ataque al al honor y la libertad de las personas de una manera anónima y cobarde”, vuelvan a producirse en Oza-Cesuras.
El sanatorio de O Paraxón espera desde hace años una oportunidad, más aún desde la unión de Oza dos Ríos y Cesuras, puesto que su restauración estuvo siempre sobre la mesa como “ventaja” de esta asociación de municipios, siendo uno de los compromisos reiterados por parte de sus promotores pero, ni antes ni después hubo alternativa para un emplazamiento único, escogido por la Junta Antituberculosa de A Coruña en 1922 para ubicar allí sus instalaciones, cuyas obras, nunca acabadas, se iniciaron cinco años más tarde, en 1927.
