Sada - El alcalde tira la primera cerveza con aroma muniqués

 fiesta gastronómica
oktoberfest

reportaje de daniel romero

Eran las 12.30 del mediodía y Manfred Heuberger decía estar algo “nervioso”. Quedaban casi ocho horas para que el público –los clientes– tuviera acceso a la carpa instalada en la plaza de los hermanos Suárez Picallo y el organizador de esta primera edición del Oktoberfest se afanaba en enseñar todo el recinto, cómo habían quedado las mesas, el escenario, los carteles...

El ambiente creado recordaba, a pequeña escala, al que cada final de septiembre inunda la ciudad alemana de Munich, en pleno corazón de la Baviera. Y tanto lo recuerda que las jarras que se ofrecen a los consumidores –y que se pueden adquirir por un par de euros– llevan la inscripción del segundo centenario de esta fiesta que se cumplió el pasado año en la ciudad germana.
En Sada es por ahora la primera vez que se organiza, pero tanto Manfred como el Ayuntamiento esperan que este evento sea un gran éxito de público.
Lo cierto es que para pensar así no les faltan razones. Las fiestas gastronómicas siempre han funcionado en la comarca en general y en Sada en particular. Y si a eso le unimos que el principal producto ofertado en esta carpa es la cerveza, la gente acudirá sin dudarlo.
En los carteles, ayer a mediodía, se podían ver ya los precios no solo de las cervezas –las hay de trigo, tostadas y pilsner de diferentes tamaños–, sino de la abundante comida que se servirá, empezando por el codillo y acabando por otro de los productos estrella: las salchichas. Incluso existe la posibilidad de comerse –el que se atreva– un bocadillo de medio metro por 8,5 euros y en el que, además de salchichas, llevará ensalada de repollo y mostaza.
El alcalde, Ernesto Anido, fue el encargado de inaugurar en la tarde de ayer, apenas dos horas antes de su apertura oficial, esta fiesta de la cerveza que esperan prolongar en el tiempo. Los concejales del gobierno –e incluso alguno de la oposición– no se quisieron perder este estreno y dieron buena cuenta de las primeras jarras que Manfred iba poniendo en sus manos.