Carapaz toma la roja

Carapaz toma la roja
Ion Izagirre atacó justo cuando empezaban las últimas rampas duras de Formigal y ganó con 25 segundos de margen | Kiko Huesca

La leyenda de Formigal se amplió con la victoria de Ion Izagirre, el nuevo maillot rojo en las espaldas de Richard Carapaz y el hundimiento de Primoz Roglic, quien mostró sus debilidades en un ascenso que cambió el rumbo de la Vuelta. 

No hubo Tourmalet, pero le sobró épica e interés a la etapa pirenaica de Aragón. Si en 2016 Contador destrozó los esquemas para hundir a Froome y dar la Vuelta a Nairo Quintana, esta vez Ion remató un gran día de protagonismo de los hermanos Izagirre y Carapaz descubrió las miserias de Roglic, defensor del título. 

Por delante se lució Ion, retirado del Tour por una dura caída. Tras ser anulada la fuga de su hermano Gorka, tomó el relevo para iniciar el despegue y entrar en meta en solitarios. El menor de los Izagirre entró en el club de ganadores de etapa en las tres grandes. 

A la gresca
Por detrás, los favoritos estaban a la gresca, entre la niebla se fue Carapaz con fe, olió sangre, aventajó en 28 segundos a Martin, en 43 a Roglic, en 46 a Chaves y en 49 a Mas. 

Una escapada de 23 hombres animó la etapa de inicio. Velocidad elevada y un pelotón que dio licencia para la aventura en día de lluvia y frío, pero sin demasiadas alegrías, ya que el Jumbo, sin representante en la fuga, puso en marcha la maquinaria perseguidora. 

El más peligroso para los hombres de la general era Gorka Izagirre, a 3:37 de Roglic, que llegó a ser líder virtual a mitad de etapa, antes de afrontar bajo la lluvia la primera dificultad, el Alto de Petralba (3ª). 

El Alto de Cotefablo (2ª) se subió con chubasquero, frío y penuria. Los hombres destacados rodaban adelantando el horario previsto de llegada, forzando al grupo que estiraba el Jumbo a bloque. 

Bajando se lanzó al ataque Gorka Izagirre. Abrió hueco, tomó riesgos, pero fue cazado por los hombre de la fuga a 6,6 kms de la meta. 
Por detrás, una avería puso en apuros a Roglic, quien se tuvo que pegar un buen calentón remolcado por George Bennett para unirse de nuevo al grupo. Ineos y Movistar metieron una marcha más antes de afrontar la subida definitiva. 

Tocaba surcar hacia la cumbre de Formigal, un puerto no agresivo por sí mismo, pero endurecido por un día infernal de agua y frío, de 14,6 kms de longitud al 4,6% de desnivel medio y con las peores rampas al final. La fuga se volvió a juntar una vez atrapado Gorka. 

La dureza real estaba en los últimos 4.000 metros, donde empezaron los ataques, por la etapa y por la general. Por delante Ion atacó para no volver. Recuperado de la fractura de clavícula en el Tour, entregado a los intereses de su hermano en la etapa, tomó la palabra para no volver. 

El ciclista vasco del Astana abrió un hueco de 20 segundos que fueron suficientes para cerrar el ciclo de victorias en las grandes. Una llegada con honores, con tiempo para que el ganador de la Itzulia 2019 degustara su conquista de la cima aragonesa. 

Por detrás había fiesta mayor. Con Roglic en apuros se encendieron los petardos. Primero atacó Marc Soler, en estado de gracia, luego se animó todo el mundo, pero el más fuerte fue Carapaz, ambicioso y seguro de sus fuerzas. La ‘Locomotora de Carchí’ presentó la candidatura a la camiseta roja. Y va en serio.

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