8º-18º
martes | 23 abril | 2024
“Les voy a dar una cifra que se van a asustar”, advierte el presidente del Banco de Alimentos Rías Altas, Luis Camba. La cifra es la de tres toneladas diarias de alimentos que sus voluntarios recogen a diario de áreas comerciales de A Coruña. “Los llaman ‘mermas’ y no tienen nada de malo. Lo que pasa es que si, por ejemplo, un paquete de yogures tiene uno roto, los tiran todos”, se escandaliza Camba.
En el lado positivo, son los que más lo necesitan los que se benefician de estos descartes. Antiguamente, íbamos nosotros a un contenedor con guantes y escogíamos lo que se podía aprovechar”, recuerda. Pero hoy en día, cuando los voluntarios llegan, los empleados de las grandes superficies les entregan las “mermas” empaquetadas, lo que es una mejora sanitaria, porque así no se rompe la cadena de frío.
“Cuando le dices a alguien que toda esa comida la tiraban a diario no le entra en la cabeza. Y ahora vamos todos los días con el furgón, lo que es un trabajo duro”, comenta. En realidad, los 58 voluntarios repartidos entre los tres almacenes de Santiago, A Coruña y Ferrol, se esfuerzan mucho para que los más necesitados tengan su necesidad más básica cubierta.
“Ahora comida tenemos casi toda la que necesitamos, excepto algunos productos, como leche, que se agotan todo el rato”, explica el presidente. En cambios de otros como arroz, pasta y lentejas... “De eso tenemos cantidades astronómicas”, añade Camba. Y lo cierto es que muchas cifras que maneja son elevadas. Llevan atendiendo a toda la provincia desde hace seis años. Son 28.000 personas entre las que el año pasado distribuyeron 400.000 kilos de alimentos.
fenómeno "curioso"
Pero siempre se puede hacer más. Camba asegura que el problema de desperdiciar la comida va en aumento en los domicilios particulares. “Es un fenómeno muy curioso que se da en las viviendas monoparentales”, comenta el presidente del Banco de Alimentos.
Según él, se trata de personas de cierto poder adquisitivo que hacen la compra para toda la semana, “y luego resulta que la mitad de la semana cenan fuera, de manera que cuando van a comer el queso o la lechuga ya no vale”, explica.
