El respetable público de Barcelona se quita el sombrero ante Leonard Cohen

El respetable público de Barcelona se quita el sombrero ante Leonard Cohen
El cantante y compositor canadiense Leonard Cohen llenó el Palau Sant Jordi de Barcelona en un concierto de la gira para presentar su nuevo trabajo, "Old Ideas". EFE

 Si el público de Barcelona llevara sombrero, como lo lleva Leonard Cohen y sus músicos, esta noche se lo habría quitado ante el veterano músico canadiense, que ha demostrado en el Palau Sant Jordi que está en plena forma artística.

El concierto ha empezado con puntualidad mediterránea, sólo quince minutos de retraso, con el tema "Dance Me To The End Of Love", que el cantante ha interpretado de rodillas frente al guitarrista Javier Mas, un aragonés afincado en Barcelona, pieza clave de la solvente banda que acompaña al maestro.

Atento con todos, el cantautor se ha quitado el sombrero para presentar a los miembros de su banda y ha ofrecido una primera tanda de canciones trufada de temas legendarios como "Bird On The Wire", "Everybody Knows" o "Sisters of Mercy".

El público ha respondido con encendidos aplausos en los primeros acordes y respetuoso silencio durante la interpretación de los temas.

El ambiente de plácida y profunda comunión se ha mantenido cuando el veterano músico ha empezado a salpicar el repertorio con algunas canciones de su último disco "Old Ideas", un trabajo que ha salido a la luz siete años después del anterior y que es buen ejemplo del excelente momento creativo de su autor.

"Es un privilegio estar en Barcelona. No sé si nos veremos otra vez, pero os prometo que hoy vamos a dar todo lo que tenemos", ha dicho.

A sus 78 años recién cumplidos, Cohen mantiene intacta su capacidad de seducción y esa voz grave y cavernosa, capaz de arrastrar al público hasta las zonas más profundas del alma humana.

Una voz que gana enteros con el acompañamiento de las maravillosas voces de Sharon Robinson and The Webb Sisters y el envoltorio musical de los seis miembros de la banda que dirige el bajista Roscoe Beck, todos ellos vestidos de traje, como el propio Cohen.

En un elegante escenario rodeado de largas cortinas, el no menos elegante compositor, cantante, poeta y escritor ha puesto a prueba su forma física y ha desgranado más de 30 temas en 3 horas y media.

Su figura encorvada ha bailado, se ha agachado, se ha arrodillado, ha tocado la guitarra e incluso ha extraído algunas notas del teclado en "Tower of Song".

Pero sobretodo ha escarbado en los temas eternos en los que este incansable trovador lleva toda una vida ahondando: sexo, amor y religión.

Sus entregados feligreses han podido disfrutar de la pausada cadencia y los poemas del maestro cómodamente sentados, ya que la organización ha colocado sillas, no sólo en las gradas, donde es habitual, sino también en la pista.

El público, mayoritariamente maduro, ha agradecido el detalle y ha permanecido sentado hasta que, tras hora y media de concierto, ha visto como la banda se retiraba y ha temido que el ritual hubiera llegado abruptamente a su fin.

Un miembro de la organización se ha visto obligado a coger el micrófono y aclarar que el recital constaba de dos partes y que acaba de finalizar la primera.

La segunda parte ha empezado con "Tower of Song", pero los aplausos más sentidos se los ha llevado "Suzanne", que ha ganado en melancolía con la aportación del violinista moldavo Alexandru Bublitchi.

En este tema, la pantalla gigante se ha averiado momentáneamente, incidente que ha coincidido con la decisión espontánea de los presentes de guardar sus cámaras fotográficas y acompañar la música con el movimiento de sus mecheros, en lo que ha parecido un viaje en el tiempo a la era analógica.

Después, Cohen ha dado un descanso a sus cuerdas vocales mientras Sharon Robinson y The Webb Sisters interpretaban "Coming Back to You" y "Alexandra Leaving".

La recta final ha tenido joyas como "Hallelujah", "Take This Waltz", "So Long Marianne" y "Manhattan", y las cerca de 12.000 personas presentes no han podido menos que levantarse de sus sillas y agradecer con aplausos que este incansable trovador siga en la brecha.

 

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