El memorial de la ciudad con motivo de los acontecimientos de la batalla de Rande

El memorial de la ciudad con motivo de los acontecimientos de la batalla de Rande
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El 7 de noviembre de 1702 se procede hacer un memorial, del cual se encarga el capitán Roberto Piñeiro y Miranda, sargento mayor de esta plaza de La Coruña, con motivo de los acontecimientos desarrollados que dieron lugar a la batalla de Rande. Como consecuencia de ello se indicaba lo necesario de que la ciudad coruñesa contase en su interior para hacer frente a una posible contingencia de ataque naval, no tanto en bastimentas, sino en la efectividad de sus fuerzas, principalmente artilleros, para la defensa de la ciudad y sus baluartes, que estaban a cargo de los vecinos a falta de una guarnición militar y con garantía de repeler un posible ataque anglo-holandés. Así lo describe el propio Roberto Piñeiro y Miranda:

“La solicitud de la seguridad que dirige a vuestra merced. Que mediante la llegada aquí del conde de Saternao, vicealmirante de Francia, después de la quema de su armada en el puerto de Vigo; suplica a vuestra merced pedir se ordene que se contengan dentro de esta plaza unos 250 artilleros y los cabos correspondientes a ellos, para guarnecer los castillos y baterías de este puerto. De no ser así, se verán indefensos y todo ello según consta y es público interés. Sabiendo como está indicado que los artilleros de esta plaza, son zapateros, herradores, sastres y vecinos de la misma. 

Los que no tienen por oficio, el ser artilleros sino, el que cada uno, me refiero y por consecuencia ignoran, según me consta, saber cargar y descargar la artillería, para la defensa de este puerto y no hay que espantarse de que estos hombres y por no ser esta su obligación. Solo solicitan ser artilleros, al precio de costarles a mil y mil quinientos maravedíes él conseguirlo, solo a fin de quedar libres de pagar los pechos al Rey como lo hacen los demás vecinos de esta ciudad.

Además de esto, librarse de que no conozcan de ellos ningún tribunal por la exclusión de este fuero y lo mismo sucede con que siendo mercaderes de más caudal de esta ciudad por no (pagar) pechar al rey los tributos que deben por su naturaleza, solicitan estos puestos sin ocuparlos, ni asistirlos en la forma que deben como lo experimenté siempre y especialmente el día de hoy, habiendo yo ido por mi persona a visitar los almacenes en los que hallé las municiones maltratadas y de tal manera que conocí, con ellas no hay ningún cuidado pues todo lo dejan podrir y humedecer que solo para descargo de ellos dice; basta entregarlo bueno o malo, conforme estableciese y tan solo pueden ser voces de quién es poco afecto al servicio del rey y a la patria por los grandes inconvenientes que de aquí se pueden seguir”.

Enemigos
Y continúa: “No extrañe el que yo clame con estas voces de dolor que esto me causa por cuya razón paso a ponerlo en su noticia para que pueda ser mía sin perder tiempo.  Suplicar a dicho vicealmirante consiga las personas referidas para la defensa de esta plaza por lo mucho que importa. Se halla el enemigo sobre esta costa y al día de esta, según noticias hay más de 40 navíos en el puerto de Vigo; y por conocer yo la gran fidelidad y amor con que vuestra merced sirve al rey nuestro señor a hacerle esta súplica. Como también la de que pidan a dicho Saternao entre en esta plaza con el batallón que tiene formado en la ciudad de Santiago del destrozo de su armada, para más seguridad de esta plaza pues sabe que no puedo poner en cabeza de ataques a ciento veinte soldados de los de esta guarnición por hallarse viejos y enfermos de hambre por que no se les paga hay seis meses y que solo al día de ayer y anteayer se les empezó a pagar y esto mismo es bastante para que caigan todos enfermos aunque me considero sin ninguno. 

El deseo que tengo es que esta plaza se asegure en ínterin, por que será para mí terrible dolor, el que se pierda y que esta contingencia de ello, todas veces que vuestra merced no hiciere se consiga en uno y otro lo que llevo suplicando. Cuando que los enemigos viniesen sobre ella pues de los vecinos no ignora no son capaces de defenderla no porque no tengan valor sino porque son pocos y están las fortificaciones en bosquejo y capaces de llevarse de golpe de mano y los castillos contiguos cuya defensa es la mayor: Sin víveres ni granadas ni artilleros ni soldados, que todo pongo sujeto a la consideración de vuestra merced. De quién espero que como tan celosa del servicio del rey le dará cuenta de todo”.

Este informe no deja de ser demoledor en cuanto a sus apreciaciones en las defensas y estado de los ciudadanos propios, la alarma encendida sobre la ciudad seguía siendo la presencia de la armada inglesa y holandesa cerca de las costas de La Coruña, por lo que los propios, después de la debacle de la ría de Rande temían que ambas fuerzas terminasen por desembarcar en la bahía coruñesa y arrasar la ciudad, ya que la misma se encontraba muy abandonada en cuestiones de su defensa a la vez que mermada de efectivos militares que pudiesen hacer frente a una invasión de estas características con más de cuarenta navíos navegando entre las costas de Vigo y la Coruña. Afortunadamente esta Armada no fijó sus objetivos en ella y para los estrategas navales de estos países La Coruña pasó completamente desapercibida y la ciudad no sufrió intento alguno de ocupación ni tan siquiera de acercarse hostilmente a la costa.

El memorial de la ciudad con motivo de los acontecimientos de la batalla de Rande

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