12º-17º
lunes | 13 mayo | 2024
Nacho Vegas viene en navidades con una colección de canciones que conforman una historia. Se van al monte, son lucha y desgarro y se tornan diálogo para sonar a tradición y a rock, al mismo tiempo.
¿Le gustan las navidades?
La verdad que sí. Supongo que me recuerdan a la infancia cuando era guaje y me hacía mucha ilusión.
¿Cómo funciona “Violética” en directo?
Empezamos la gira en otoño y fue poco a poco creciendo a pesar de que el circuito de salas está más difícil que hace unos años. En parte se debe a los muchos festivales que hay, que hacen que la gente más joven termine pagando una entrada para ver a varios grupos.
Es una rara avis, esto de los doble discos no se lleva.
El hecho de poder editar nosotros los discos nos permite hacerlos como nos apetecen, a lo mejor los sellos grandes no lo ven, pero ahora al editarlos en digital, se pueden escuchar de mil maneras, haciendo playlists o eligiendo las canciones que más nos gusten. No es como antes que sacabas uno doble y parecía que tenías que tragar con todo.
Pero al final en sus discos parece que unas canciones tiran de las otras. Conforman discurso.
A mí me sigue gustando cuidar los discos y las secuencias, el orden de los temas e intentar que si alguien quiere escucharlo de principio a fin que sea como una especie de viaje, que haya un punto de partida y un destino al final.
No falto de compromiso. Musica un tema que los hermanos Caxigal escribieron en el monte.
Sí, es la que abre el disco, pero fue de las últimas. Se me ocurrió cuando estaba presentando “Cuadernos del paisaje”, de mi amigo Ramón Lluís Bande, un libro que habla de esta resistencia antifranquista. El autor recogió testimonios de guerrilleros y se encontró con un cuaderno que escribieron estos dos hermanos de poemas, canciones, coplas satíricas del franquismo y de la vida en el monte. No están firmados, no se sabe si fue Manuel o Aurelio el autor, pero el poema que elegí habla de lo duro de la vida en el monte y a la vez revela su motivo y lo cuenta con un desgarro vital que creí que merecía la pena que fuese canción.
Es bueno recordar estas luchas y más ahora, ¿no cree?
Sí porque el fascismo aunque se ponga ropajes democráticos sigue siendo fascismo para amenazar los derechos más básicos del ser humano y tenemos que estar siempre alerta. Hoy en día la amenaza la tenemos muy cerca y es bueno recordar a los que lucharon.
El disco se alimenta de colaboraciones y de muchas mujeres. Están dos Cristinas, Rosenvinge y Martínez, María Rodés..
Las colaboraciones no las planifico demasiado, te las van pidiendo las canciones. La de Rosenvinge es por la versión de Violeta Parra. La primera vez que escuché con atención su obra fue con Christina. Cuando quise hacer esta versión, la llamé para que cantase conmigo. Cristina Martínez de El Columpio fue porque cuando la escribí tenía claro que requería una interpretación. Creo que ella le dio ese empoderamiento que pedía. Hace como un papel y con María Rodés, me faltaba algo. Necesitaba contrastar mi voz y su timbre es precioso.
¿A qué suena el disco, además del folclore de Violeta Parra?
Una de las cosas que me gustan de Parra es que tiene sus propias composiciones con toque vanguardista, pero bebe mucho de la tradición. Quiso recuperar el folclore de Chile porque consideraba que era del pueblo. Es una cosa para mí importante, tener esa doble mirada. Somos una banda de rock, pero hacer música contemporánea no es algo que tenga que excluir a la tradición, saber de dónde vienes porque eso te permite proyectar tu música hacia delante y hacer algo que aporte.
