El cierre perimetral de la ciudad se nota en uno de sus más importantes atractivos turísticos: la Torre de Hércules. Desde la entrada en vigor de las restricciones de movilidad con las que las autoridades intentan contener el avance del conoravirus, las visitas al monumento descendieron a la mitad con respecto a los primeros meses de la desescalada cuando, atendiendo a las indicaciones sanitarias, se estableció un máximo de cuarenta visitantes al día, distribuidas en diez turnos de cuatro personas en cada, en aras de evitar los contagios.
Unos números en las antípodas de los que anotaría en una situación normal la Torre de Hércules. Entonces, en su interior podían entrar hasta treinta y dos ciudadanos al mismo tiempo y en las visitas, cada cuarto de horas, participaban hasta dieciséis, con lo que el máximo diario, con el horario actualmente vigente, sería de 256. Sin embargo, desde su apertura tras el estado de alarma, esta cifra se situó en 40.
Eso, hasta el pasado día 30. Porque desde ese viernes en que se decretó el cierre de la ciudad, las visitas al monumento Patrimonio de la Humanidad nunca supera las 20. El acceso se restringe igualmente a cuatro personas en cada visita, cinco con el guía, pero teniendo en cuenta que solo coruñeses y arteixanos pueden acercarse hasta allí, la caída ha sido considerable, si bien la decisión ha sido mantenerla abierta, en contra de los criterios seguidos por los gestores de otros monumentos en España que, ante la escasez de demanda, optaron por cerrar a la espera de cambios en las medidas adoptadas por las administraciones para evitar el avance del Covid-19.
Protocolo
Tras casi cuatro meses con las puertas cerradas debido a la pandemia, la Torre de Hércules volvió a abrir la primera semana de julio, y lo hizo con su horario habitual de verano, desde las 10.00 horas, hasta las 21.00.
Desde ese momento, un protocolo con estrictas medidas de seguridad, de carácter sanitario, se activa cada día para proteger tanto al personal como a los visitantes y, con esta intención, los primeros se les impartió un curso con medidas específicas sobre la aplicación del protocolo, entre las que destacan aspectos como la compra de entradas, ya que al punto de venta solo se puede acercar una persona por grupo, las limitaciones en el aforo, o los tiempos para acondicionar los espacios para la siguiente visita, con especial atención al mobiliario y zonas de paso.