Reportaje | La poesía de Seoane sale desnuda al estrado y con un teclado en la mano

Reportaje | La poesía de Seoane sale desnuda al estrado y 
con un teclado en la mano
Santiago Fernández y Sergio López son voz y teclado

Santiago Fernández es la voz. Sergio López, los teclados. “Episodios dunha vella historia” rescata una faceta olvidada del poliedro Luís Seoane, un hombre al que Santiago conoció de casualidad porque era el único de la Escola Dramática Galega con coche y lo fue a recoger: “Era un hombre fuerte y elegante. Lo primero que me preguntó era qué gallego hablaba. Le dije que el de Muros y me contestó: Menos mal, eres dos meus”. Porque el intelectual no comulgaba con eso de ponerle normas a la lengua ni con las corrientes reintegracionistas, dejó por escrito que su gallego era intocable.
Y a día de hoy, Seoane suena a Seoane. Esta tarde lo hará en el Colón, para lo que no se necesita entrada, pero sí invitación, que se puede retirar en la taquilla o a través de internet. El del estudio CasaHamlet habla del Seoane poeta como duro y estoico, “de urgencia y carente de metáforas porque no creía en el arte por el arte”.
Es por eso que sus versos son compromiso, “un arma para cambiar el mundo” en esa forma de pensar que compartía con Celaya, “donde se trataba de retorcerle el cuello al cisne”. Escogieron 18 textos, basados en la emigración y el exilio, en su vida y la de tantos que viven hoy en A Coruña procedentes de muy lejos porque “la actualidad solo cambia de color”. El dramaturgo cuenta que el autor recurría a la poesía cuando lo que tenía que decir no le cabía en el lienzo y no encontraba los colores. Entonces, su arte se volvía agrio y necesario. De ahí que la pareja se lo acerque al gran público para “que salga conmovido o por lo menos perturbado y acabe buscando un libro de Seoane”. Al principio pensaron en acompañar las letras con imágenes, pero lo descartaron.
El espectáculo es luz, sonido, música y palabra. No hay más performance que la escritura saliendo desnuda al escenario. Agresiva, igual, como cuando el genio contó cómo se construyó el puente de Brooklyn, en el que trabajaron muchos gallegos: “Al parecer si estaban más de diez días se morían, solo podían pasar una hora porque si no se quedaban sordos”. Por esta razón, la música de Sergio también es hiriente. “Muy original” como todo lo que hacía el que gastaba gafas de pasta.

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