Criaturas fantásticas, música y abundante comida vencen a la lluvia en la Feria de las Maravillas

Criaturas fantásticas, música y abundante comida vencen a la lluvia en la Feria de las Maravillas
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Blasones medievales, yelmos y un inconfundible olor a comida recién salida de los fuegos recorrían  las calles de la Ciudad Vieja durante la mañana de ayer. El Día de Galicia trajo festejos y lluvia por igual, y los coruñeses, fieles a su carácter y tradiciones, no dudaron en salir a las calles de la ciudad para asistir a la nueva edición de la Feria de las Maravillas.

Las primeras horas del 25 de julio no trajeron buenos presagios. Nubes y la bochornosa amenaza de lluvia hacían pensar que pocos herculinos se decidirían por aparecer en las inmediaciones de la plaza de Azcárraga. Todo lo contrario.

Poco a poco los puestos de comida, las manufacturas y sobre todo las notas musicales orquestadas por gaitas y tambores de época fueron formando círculos de espectantes viajeros. Mientras, faunos y hombres árbol acechaban a los más jóvenes, que se armaban de valor con sus armaduras en miniatura, siempre arropados por sus padres.

Las tartas de almendra, los kebabs y las bebidas abundaban, mientras decenas de personas se arremolinaban alrededor de la plaza, alternando palmas y danza por igual al ritmo del folk galaico.

Los turistas alemanes e ingleses, un poco perdidos al principio,  tiraron de alma atlántica para mezclarse con los presentes y disfrutar de la celebración histórica-fantástica.

 

El famoso té de Azcárrga

Kamal es todo un veterano en la celebración coruñesa. Lleva asistiendo 25 años, desde que comenzó la feria, y es el responsable del famoso té verde de las escalera de Azcárraga. Viene desde Valencia (de donde proceden muchos de los encargados de los tenderetes) con toda su familia y se reparten en diferentes puestos especializados en comida árabe. De nacionalidad argelina, viaja durante todo el año de feria en feria. “La de A Coruña nos gusta mucho, no está tan masificada como otras y está  mejor organizada”, asegura Kamal mientras sirve el té verde con hierbabuena en un decorado vaso. Varios de los feriantes ofrecían productos elaborados durante el día. En una de la calles adyacentes a la plaza, los visitantes se paraban a observar como se hacían bolsos de cuero, mesillas de noche o incluso tableros y piezas de ajedrez, realizados mediante una técnica para lijar la madera traída desde Marraketch.

La Plaza de María Pita mostraba un ambiente más relajado. Los niños disfrutaban de varias de las norias y columpios mientras aprendían técnicas milenarias. Uno de los puestos, a la sombra de la estatua de la heroína, enseñaba a los más jóvenes a utilizar el torno para dar forma a jarrones.

Una bola gigante al más puro estilo Indiana Jones perseguía a todos los asistentes con un bufón dirigiéndola desde las alturas. Las danzas, las vestimentas tradicionales y la diversión cerraron la jornada de la Feria de las Maravillas de A Coruña, que permanecerá abierta al público hasta el domingo.

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