García-Alix se alía con la imagen y la palabra para construir “El paraíso de los creyentes”

García-Alix se alía con  la imagen y la palabra para construir “El paraíso de los creyentes”
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Alberto García-Alix se siente un depredador con cámara. Es por eso que no percibe todos los matices de la paleta y lo que tiene enfrente sale sin pudor y en blanco y negro. El fotógrafo presentaba ayer la exposición “El paraíso de los creyentes” en el Kiosco Alfonso como un ensayo de la palabra y la imagen. Algo en lo que lleva trabajando últimamente desaparcando así un proyecto antiguo en el que las palabras volaban en fragmentos de Céline.
De este primer experimento a hoy, el ganador de PhotoEspaña afirma que ha aprendido a darle a la instantánea un viaje de ida y vuelta, que viene de la reflexión profunda del que la ve. Las que están en la ciudad son fotos antiguas y modernas formando parte del guión de su paraíso, que es vida, muerte y sexo. Realidad, porque “lo que no está en imágenes y en palabras no existe”.
Para García-Alix, cualquier instantánea es un retrato. Él se posiciona y le saca brillo. Se enfrenta para plasmar su personalidad: “Todos los elementos visuales tienen una presencia” y en ese universo que se le presenta a tiro, Alberto se siente como un forense. Dictaminando las causas de la muerte. El aspecto y las razones de la defunción con el misterio siempre adosado. Sin él, una imagen no valdría para nada: “Debe tener una idea detrás”.  
Son 68 obras de primeros planos y desnudos, de paisajes y naturalezas con historia propia. Que se completan con un audiovisual y un libro. De ahí sale el cuento por el que Alberto se pasea en autorretratos cuando saca el trípode de la funda, su segunda arma, y pone un reflector, la tercera y última. El resto, es olfato: “Trabajo de una forma humilde. Lo que hago es buscar la luz”. Para ponerle un traje a cada imagen. Y de paso, parte del alma. Él dice que la luz le da forma y tragedia a la composición: “Te puede dar muchas cosas”, añade.
Con una asignatura pendiente para septiembre como el color, García-Alix ofrece hasta febrero un paraíso en blanco y negro. Sin tapujos. Como todos sus trabajos. De ahí que la concejala Ana Fernández diga que sus fotos son bofetadas. Bofetadas no, dice el autor, pero sí pellizcos. n

García-Alix se alía con la imagen y la palabra para construir “El paraíso de los creyentes”

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