Los vecinos de A Falperra achacan a dos comunidades okupas una ola de delitos que atemoriza al barrio

Los vecinos de A Falperra achacan a dos comunidades okupas una ola de delitos  que atemoriza al barrio
Uno de los portales ocupados irregularmente desde hace un año | javier alborés

Llevan cerca de un año viviendo allí, pero en las últimas semanas la situación se ha vuelto insostenible: los vecinos de A Falperra señalan dos edificios ocupados ilegalmente en la calle del Doctor Fleming como el epicentro de una serie de robos con allanamientos en comercios, agresiones, hurtos y actos vandálicos que mantienen en vilo al barrio. El viernes, los vecinos, hartos de todo, quisieron manifestarse en la calle, pero las amenazas que recibieron de los okupas les hicieron desistir.

“Los vecinos tienen miedo realmente y entonces no se quieren involucrar porque puede haber represalias”, explican desde la asociación de vecinos. Ni siquiera están seguros de cuántas personas ocupan ilegalmente esos inmuebles desde hace meses, algunos calculan entre diez y quince personas, la mayor parte de ellos muy jóvenes, de poco más de veinte años. Sin embargo, otros apuntan a que entre ellos habría menores. También se ignora su situación actual, puesto que una gran parte de ellos son inmigrantes. Al parecer, dichos inmuebles habían sido adquiridos y se preparaba su rehabilitación cuando tuvo lugar la okupación. “Cuando entraron por primera vez, una vecina que los vio desde la ventana avisó a la Policía, pero le dijeron que ellos no podían hacer nada”, aseguran desde la asociación.

Robo de seis mil euros 
No es corriente que los okupas causen problemas graves en las comunidades. La mayor parte de las veces dichos problemas son más de convivencia, como ruidos, olores, basura, o peleas entre ellos, que alteran la tranquilidad del barrio. Tampoco es raro que esto les lleve a enfrentamientos con otros residentes, como ocurrió en Agra do Orzán o en Palavea. Pero sí que es más raro que tenga lugar una verdadera ola de delitos como la que vecinos y comerciantes denuncian, y que se ha expandido más allá de A Falperra, cruzando Juan Flórez. En total, se sospecha que cinco locales han sido allanados por estos individuos. De un restaurante consiguieron llevarse seis mil euros la semana pasada.  

También se dedican al robo al descuido. “Cuando llegan los fines de semana tratan de mezclarse entre los clientes”, dice un hostelero afectado. En cuanto pueden echan mano a todo lo que encuentran. Pero los camareros están al corriente y normalmente consiguen frustrar sus robos. “Yo a uno le tuve que apartar la mano y decirle que se fuera de aquí”, recuerda el hostelero, que tendrá que declarar próximamente en una denuncia contra un sospechoso de origen magrebí al que descubrieron en posesión de un ordenador portátil que presuntamente habría robado a uno de los clientes de la zona.

También entran en el supermercado cercano. “Sobre todo son ellas”, explican fuentes de la cadena. Dada su proximidad a los  inmuebles okupados, dicho supermercado recibe la visita a menudo. “Cuando pasan por delante nos gritan”, aseguran. Al principio lo hacían los hombres, pero son las mujeres ahora las que toman el relevo, y se enfrentan con las empleadas si son descubiertas. “Nos insultan, nos tosen y nos escupen”, aseguran. 

Se mencionan otros robos e incluso agresiones en plena calle, rumores que pasan de boca en boca entre los vecinos, incluidos tirones de bolsos, agresiones a personas mayores, e intimidaciones y acosos a mujeres en plena calle. Por eso estaban dispuestos a manifestarse el viernes. Pero asomado a la ventana, uno de los okupas se pasó el pulgar por el cuello en un gesto elocuente que bastó para disuadirles.

Los vecinos de A Falperra achacan a dos comunidades okupas una ola de delitos que atemoriza al barrio

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