La tardía expansión educativa de España explica las “malas notas” en la OCDE

La tardía expansión educativa de España explica las “malas notas” en la OCDE
El Ideal Gallego-2013-10-13-056-ae6eba75

Cautela. Es lo que piden varios investigadores universitarios para interpretar los malos resultados de España en el estudio de la OCDE sobre competencias lingüísticas y matemáticas de la población adulta, que pueden atribuirse a una generalización de la educación más tardía aquí que en otros países.
La muestra poblacional del informe es muy heterogénea, con personas de entre 16 y 65 años, de las que muchas pasaron la niñez y la juventud cuando en España no había una escolarización básica obligatoria para todos y el acceso a la educación superior era escaso.

no es peor
“Por tanto, nuestra posición es necesariamente peor” si se toma en conjunto toda esa población, concluye el sociólogo de la Educación Héctor Cebolla, profesor de la UNED.
Lo importante, prosigue, es que “nuestros jóvenes no están tan, tan distantes de la media de los países de la OCDE”.
El profesor de Análisis Económico de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla) Antonio Villar corrobora esta idea: “Si un país se empeña puede mejorar los niveles educativos; los países no han nacido así, no han sido siempre así”.
Cita el ejemplo de Corea del Sur, que en la evaluación de PISA para alumnos de 15 años está en los primeros lugares de la lista de rendimiento; pero se sitúa por debajo de la mitad en el caso de las competencias de adultos.
Cebolla, a su vez, constata un “retraso secular” respecto a Europa en las generaciones más viejas debido a una “expansión educativa tardía” en España; y, al mismo tiempo, el avance “tan brutal” que para los jóvenes ha supuesto el acceder al sistema educativo.

semejanzas
“Yo vería algo positivo: ¡Cuánto se diferencian los viejos españoles de los europeos, y cuánto –destaca– se parecen los jóvenes españoles a muchos europeos!” Cuanto más cerca se está de la edad mínima representada en la muestra (16 años), menos diferencias hay entre España y el resto de países, asegura.
Por eso hay que comparar generaciones; si no, la media –aunque no sea equivocada matemáticamente– su interpretación son un “error”, pues los resultados requieren análisis estadísticos “más sofisticados”.
No obstante, el también profesor de Análisis Económico de la Universidad Pablo de Olavide José Antonio Robles resalta que la generación de 25–35 años “parece” haber tenido resultados negativos en el estudio debido a la Logse, pues la opción por el bachillerato o la FP no es posible hasta terminar la ESO, a los 16 años.

distancias
A pesar de todo, Cebolla y Villar reconocen que España queda a la cola, pero al mismo nivel, matizan, que Italia y no muy lejos de Francia.
“Sí, estamos peor que otros países, pero la gente no mira cuánta distancia hay entre los que están mejor y nosotros; hay poca”, asegura Cebolla.
Y Villar añade: “Nuestros buenos estudiantes son tan buenos como los finlandeses pero tenemos menos, ese es el problema”, en alusión a las categorías de resultados en que se estructura el informe (de cero a cinco), con pocos españoles en la superior.
Dado que la disminución de las capacidades cognitivas se produce a partir de los 20 años, Villar apunta que lo importante es ver cómo de rápido decrecen, que dependerá del nivel formativo alcanzado y de si se practican o no; si se trabaja y si se persevera en los conocimientos adquiridos.
Villar y Robles, que colaboraron en el informe español del llamado “informe PISA de adultos”, defienden la formación continua y que la inversión en educación no se pierda por el hecho de que el mercado laboral sea incapaz de incorporar a todo el capital humano (56% de para juvenil según la EPA).
Los tres expertos coinciden, en general, en la necesidad de “despolitizar” el debate educativo y aunar esfuerzos para decidir qué necesita la educación española de aquí a 20 años.
“Matemáticas, lengua e idiomas son las materias que hay que reforzar para ayudar a los jóvenes españoles a posicionarse mejor” en los estudios comparativos de los organismos internacionales, concluye Villar.

La tardía expansión educativa de España explica las “malas notas” en la OCDE

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