El acusado del crimen de San Cristóbal das Viñas asegura que auxilió a su amigo

El acusado del crimen de San Cristóbal  das Viñas asegura que auxilió a su amigo
El acusado se enfrenta a doce años de cárcel y a un multa de 140.000 euros quintana

El jurado escuchó ayer al acusado de haberle clavado a un cuchillo a su amigo en julio de 2012 en un descampado de San Cristobal das Viñas y que se enfrenta a una posible condena de 12 años de prisión y a pagar una indemnización de 140.000 euros. El relato del hombre, a menudo incoherente, saltaba de aquí allá a pesar de los intentos del abogado de la acusación particular y del fiscal por obligarle a seguir la secuencia de los hechos. Solo en un punto era claro: él no lo hizo. Es más, alega que intentó salvarle la vida a su “amigo” cuando se apuñaló a sí mismo con un cuchillo corriendo a casa para pedir ayuda por teléfono.
“El cuchillo era uno de los que tenía en la cocina”, reconocía desde el banquillo de la Audiencia. El arma, dijo, había sido encontrada por él mismo cuando trabajaba en la planta de reciclaje de Nostián y la había llevado a afilar a San Agustín, punto que repitió en varias ocasiones. Las confesiones del quincuagenario trazaron un cuadro poco favorecedor: víctima y acusado habían pasado largas temporadas en prisión, 10 y 12 años respectivamente, aunque no se habían conocido allí sino a través del padre de la víctima, de unos 40 años.
Ya en libertad, declaró, se habían convertido en compañeros de juergas. Los dos bebían mucho, y el acusado reconoció también que había superado una adicción a las drogas y al juego que le había empujado a cometer varios robos en bares, cuyas tragaperras desvalijaba. La mañana del día de autos, la víctima acudió al domicilio de su amigo por la mañana, alrededor de las nueve. “Se quejaba de que no le habían servido un vaso de vino en un bar y yo le decía, ¿cómo te van a dar, si no les pagas?”, recordaba el acusado. Según él, fue en ese momento cuando la víctima aprovechó para cogerle el cuchillo sin su conocimiento.
 
de bares
Recuerda que el fallecido se encontraba mal aquel día. Era –afirmó– seropositivo, y sufría otras complicaciones en su salud que le hacían sentirse muy deprimido. “Echó sangre por la boca y yo le ayudé a limpiarse”, continúa. Después de beber durante mucho tiempo –no supo precisar cuánto– decidieron continuar con el día recorriendo los bares.
En su versión, odo ocurrió cuando transitaban un sendero camino a un bar situado cerca del parque de bomberos de A Grela. “Me dijo que se encontraba mal, que estaba cansado”, declaró el acusado, que siguió caminando unos metros; cuando se volvió, alega, su amigo estaba recostado. Se acercó a él y comprobó que tenía un cuchillo en la mano. Ese sería el momento que recogieron las cámaras de vigilancia de una gasolinera.
Las preguntas la acusación no pudieron hacerle concretar si advirtió que la hoja estaba manchada de sangre. Lo único que dijo fue que decidió volver a su casa porque había dejado el móvil en ella. “Bajaba en el ascensor y estaba marcando el PIN cuando salí a la calle y dos señoras me dijeron que en el descampado había luces de ambulancias”.
La Fiscalía le reprochó que sus declaraciones no concordaran con las que había hecho a la Policía en su día, pero su abogada señaló que también él sufría una profunda depresión desde que murió su mujer, depresión que combatía mezclando el alcohol con los medicamentos. El fiscal sacó a relucir una antigua denuncia por amenazas con un arma blanca, que según el acusado eran falsas y provenían de una prostituta adicta a las tragaperras que acogió en su casa.

El acusado del crimen de San Cristóbal das Viñas asegura que auxilió a su amigo

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