La Audiencia condena a 26 años de prisión a los dos acusados del asesinato de “El Piñas”

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  m. pérez > a coruña

  Son culpables de asesinato. Los dos procesados por la muerte de Alfonso Piñeiro, “El Piñas”, el traficante de Arteixo al que mataron en el descansillo de su casa, conocen desde ayer la decisión de la sección primera de la Audiencia que les atribuye los cuatro delitos que les imputaba la Fiscalía y entiende que deben pasar cerca de 26 años en prisión. Los magistrados entienden así que tanto Israel García como Antonio Jiménez, ambos miembros de un clan gitano de León, actuaron de mutuo acuerdo para acabar con la vida de Piñero, pero también asumen que son autores de un delito de tráfico de drogas, otro de robo con violencia y un tercero de tenencia ilícita de armas.
No existían muchas dudas de la culpabilidad del principal imputado, Israel, quien reconoció portar el arma y haber disparado y esgrimió como único argumento que tiró “a voleo” para asustar a Piñeiro y le alcanzó sin querer. Eso sí, el que podría llevarlo a ser culpado de homicidio fue el único delito que no asumió durante su testimonio inicial. Sí admitió que traficaba, para pagar su adicción –al parecer consumía “unos ocho gramos diarios”– y que llevaba encima una pistola, pero alegó que no sabía manejar bien el arma.
Reconoció asimismo que aquel 8 de mayo de 2009 se trasladaron, él dos mujeres y “un rumano” –después se demostró que este último no existía y era en realidad Antonio Jiménez– a la casa de Piñeiro, en Pastoriza, para comprar 800 gramos de cocaína. Todos los testigos coinciden en que llegaron allí acompañados de “una morena y una rubia”, que no han podido ser identificadas y, según el autor del disparo “eran una búlgara y otra rumana”. Todo iba bien, pero el problema, según García, llegó en el momento de probar la droga: “Era mala y además, el envoltorio pesaba más de lo que debería”. Entonces sacaron las armas.

Sospecharon > Pero la declaración de los demás testigos directos dibujó una historia bien distinta. En la casa se encontraban el socio del Piñas, M.A.B. –que denunció el asesinato de su amigo, aún autoinculpándose de un delito de trafico de drogas–y su esposa, A.B.. Ambos contaron que los compradores de la cocaína tenían intención desde un principio de robarla en lugar de pagarla. Explicaron que comenzaron a sospechar que algo no iba bien cuando vieron que el Audi en el que llegaron García y Jiménez al domicilio del Piñas quedó aparcado en la puerta con el morro hacia afuera “como para salir rápidamente”.
Una vez en el interior del piso, las dos chicas se sentaron a la mesa donde estaban los paquetes con la droga y los hombres permanecieron de pie, bloqueando la única salida. De repente y sacando las armas, revelaron su propósito: “Ahora te la vamos a jugar”. Fue entonces cuando Alfonso Piñeiro quiso huir y alertar a los vecinos y salió por la única puerta, perseguido por el principal imputado que empuñaba un 38. Piñeiro se detuvo antes de recibir el tiro. “Para, no dispares”, fueron según el testimonio de su esposa sus últimas palabras. Ella las escuchó desde dentro, donde permanecía oculta con el bebé de ambos en una habitación. Lo siguiente que oyó fue una detonación.
Tanto M.A.B. como la mujer permanecieron dentro del domicilio durante media hora tras el tiro, temiendo que si salían pudiesen correr la misma suerte que Piñeiro. Al abrir la puerta para comprobar qué había pasado, se lo encontraron tendido sobre un charco de sangre. Finalmente, M.A.B., defendido por José Ramón Sierra, fue condenado también por un delito contra la salud pública. Cumplirá un año y medio.

“Pelitos” > Desde el principio, las declaraciones del autor del disparo exculparon a Jiménez, pero fue clave el testimonio del amigo de Piñeiro, que lo identificó como “Pelitos”. Le llamaban así por el corte de pelo, de punta, que llevaba antes del proceso.
Sin embargo, Antonio Jiménez, al contrario que Israel, nunca se escondió tras los hechos y no pudo ser identificado por la esposa del fallecido. La viuda aseguró en la Audiencia que no podía estar segura de que fuese el cómplice.


 

La Audiencia condena a 26 años de prisión a los dos acusados del asesinato de “El Piñas”

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