La Guerrera de Valdoviño

La Guerrera de Valdoviño
Alicia Fernández, entre dos rivales, durante un partido del reciente Europeo de Dinamarca entre España y la anfitriona | HENNING BAGGER/efe

A orillas del Atlántico, en tierra de interminables playas y mucho surf creció Alicia Fernández Fraga (21 de diciembre de 1992). Unos 3500 kilómetros separan su casa de Râmnicu Vâlcea, pequeña ciudad en el centro de Rumanía conocida por su equipo de balonmano femenino. Hasta allí se ha tenido que ir para encontrar las condiciones económicas y los retos deportivos a su altura. La única gallega en la selección española, Alicia es la Guerrera de Valdoviño.

“No sé exactamente cómo y cuándo nació el apodo, pero los hitos de este equipo siempre se han basado en su carácter y espíritu de lucha. Por eso nos llaman las Guerreras”, resume la central diestra, que suma 47 partidos y 111 goles como internacional absoluta. En su palmarés brillan la medalla de plata en el Mundial de Japón 2019 y la de oro en los Juegos Mediterráneos de Tarragona 2018, además de varios títulos a nivel de clubes.

Alicia atiende la llamada de este diario desde Râmnicu Vâlcea tras unas cortas vacaciones en Valdoviño después del reciente Europeo de Dinamarca. España terminó novena con una victoria, dos empates y tres derrotas, un bajage que contrasta con la final mundialista un año atrás. “Antes del Europeo ya éramos realistas. Hay muchas selecciones a un gran nivel, cualquiera puede ganar un Mundial o los Juegos y estar arriba o abajo depende de muchas cosas”. 

La valdoviñesa recuerda la dificultad añadida en tiempos de pandemia: “Sabíamos que iba a ser un campeonato complicado para nosotras. Hay jugadoras que han tenido parones más o menos largos, otras habían pasado la COVID-19…”. El coronavirus también ha cambiado la forma de vivir los partidos, sin público en las gradas: “Es todo mucho más frío y no tiene nada que ver con lo que era antes, pero intentamos adaptarnos a la situación”, añade.

Fernández echa de menos a la afición del Râmnicu Vâlcea: “Aquí hay mucha tradición de balonmano, la gente es muy forofa y se volcaba con nosotras. Llenábamos el pabellón casi en cada partido”. El ambiente y la trascendencia del balonmano femenino en todo el país son dos de los motivos por los que se trasladó a Rumanía hace ya cuatro temporadas.

En la élite
“A nivel económico está bastante por encima de la liga española, pero eso no es lo más importante para mí. La rumana es una de las ligas más potentes de Europa, con muchos equipos competitivos y eso me permite jugar la Champions cada año”, abunda Alicia, que descarta volver a casa por ahora. “Aunque me gustaría, lo veo complicado”. 

La internacional añora los paseos por la playa, la gastronomía gallega y a su gente, pero se dice “totalmente adaptada” a la vida en Rumanía: “Cuando llegué me costó un poco porque la comida es diferente, en verano hace mucho calor y en invierno mucho frío”, desvela la mejor jugadora extranjera de la liga en 2019. “En la ciudad me reconocen por la calle”, se sorprende. Y en Valdoviño pasa desapercibida.
Entre sus próximos objetivos destaca hacer el mejor papel posible en la Champions –“pasar de la fase de grupos está difícil”, asume–, luchar por los títulos de Liga y Copa en Rumanía, que ya consiguió en 2019 y 2020, respectivamente, y participar en sus primeros Juegos Olímpicos. “Es el sueño de todo deportista. Ojalá que se celebren y podamos clasificarnos”.

Y es que la selección española todavía no tiene asegurada su presencia. Entre el 19 y el 21 de marzo disputará el Preolímpico en Llíria (Valencia) ante Suecia, Argentina y Senegal con dos plazas billetes para Tokio. No debería fallar.

La espinita de Japón
Sería su segundo torneo intercontinental absoluto tras el Mundial de Japón en 2019. “Fue un campeonato especial: Llegábamos físicamente muy bien, con ritmo y confianza. Estuvimos a punto de llevarnos el oro, pero pasado el tiempo nos hemos dado cuenta de la importancia que tuvo esa plata, aunque la espinita de la final siempre va a estar ahí”.

Alicia, 28 años recién cumplidos y dos décadas jugando al balonmano desde que empezó en Narón, tiene tiempo para sacarse esa espina. ¿Será en Tokio?  “Ojalá Japón nos dé la misma suerte otra vez”.

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