El Finisterre cierra su cocina tras más de 40 días de menús solidarios

El Finisterre cierra su cocina tras más de 40 días de menús solidarios
Voluntarios preparando los menús | bastián rodríguez

El pasado domingo, World Central Kitchen cerró sus puertas en el Hotel NH Collection Finisterre después de que durante 42 días elaborara en sus cocinas más de mil menús (la cifra ronda entre los 1.050 y los 1.100) para las personas de la ciudad que más lo necesitaban. El chef Tito Fernández describió la experiencia como “dura, brutal” y “muy satisfactoria”. Fue difícil de organizar, e incluso de encontrar gente al principio, pero fue un trabajo de equipo y sobre todo gratificante, asegura: “Nos escriben niños para darnos las gracias por la comida, y te llega mucho a dentro”.

Sin embargo, la paulatina reapertura de los negocios de hostelería, Finisterre incluido, obliga a liberar tanto al personal como a las instalaciones, después de haber elaborado 41.320 menús. Eso no quiere decir que la ONG vaya a cesar su actividad. En estos momentos está en proceso de reorganizarse, y espera que en unos días vuelva a arrancar. “Nosotros, los del hotel Finisterre trataremos de seguir ayudándole, pero no lo tenemos claro, porque las nuevas condiciones son dificilísimas”, apuntó el chef. 

Trabajar durante casi un mes y medio para una ONG le ha permitido comprobar la necesidad que existe en A Coruña de algo tan básico como la alimentación, de manera que solo queda por ver qué fórmula adopta World Central Kitchen ahora que no puede depender tanto del voluntariado de los cocineros, que ya no estarán tan desocupados. Una de las actividades que barajan es elaborar merchandising con temas culinarios para poder obtener fondos que se destinarían a ayudar a los más necesitados mientras dure la crisis económica. 

De vuelta a la normalidad 
Porque ahora la hostelería en A Coruña se prepara para generar movimiento y regresar poco a poco a lo más parecido a la normalidad, después del parón. “A lo más parecido que había antes”, apunta Fernández. Él mismo reconoce estar un poco desubicado: “Fue una sensación rarísima cuando cerramos, porque nunca lo habíamos hecho. Ahora lo vivo todo como muy apresurado, pero muy necesario, porque las terrazas están llenas”. 

Aunque el sector arranque a medio gas, espera que haya trabajo para la mayor parte de los sectores. En el Finisterre se preparan para recibir bodas y equipos de fútbol. “Movimiento lo va  a haber. Y si se sale a la calle, se puede ver”, señala el chef. Eso sí, acatando las duras condiciones para la reapertura.

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