El acusado de obligar a mendigar a su hija afirma que ni la menor ni nadie de su familia pedía limosna

Tanto para él como para su esposa, el trato del que le acusaron dos de sus hijas no es otra cosa que “mentira”. Así lo describió ayer ante la jueza de penal 5 el hombre de origen rumano procesado por empujar a la mendicidad a una de sus descendientes desde que cumplió los 15 años, la misma conducta que en 2009 le valió una sentencia condenatoria después de que una hermana de la menor lo denunciara por hechos similares.

El hombre, rumano, tiene otra condena por forzar a otra hija a hacer lo mismo

Pese a que una suspensión de aquella primera condena le evitó el paso por la cárcel, el hombre se enfrenta ahora a una petición de ocho años de prisión por los hechos que la segunda de sus hijas relató entre lágrimas a dos policías locales una noche de abril de 2011 en un control de tráfico de la plaza de Pontevedra.

Ayer, los agentes relataron lo mismo que avanzaba la Fiscalía en su escrito de acusación: la menor acudió a ellos y les contó que había huido de su domicilio porque su padre le había pegado por no obtener más que cinco euros tras mendigar todo el día en las puertas de los supermercados de la zona de As Conchiñas, y ellos la creyeron, pues todavía tenía manchas de sangre en la cara.

A ojos del Ministerio Público, aquella no fue la única vez que el padre maltrataba a la adolescente en castigo por reunir cantidades ínfimas con la limosna, un hecho que el acusado rechaza. “Ni ellas ni nadie en mi familia hizo nunca mendicidad”, declaró ayer, antes de negar también cualquier clase de maltrato.

 

en su defensa

Si, en fase de instrucción, la menor refirió al menos tres episodios violentos de su padre hacia ella, ayer se acogió a su derecho a no declarar para no tener que acusarle. Sí habló, en cambio, su madre, para defender a su marido y negar las agresiones contra sus hijas: “Vivo con él y miren mi cara. Está limpia, no hay heridas. No me maltrata ni a mí ni a mis hijas”.

La explicación que el hombre da a las denuncias de sus dos hijas es la intención de ambas de marcharse de casa con sus respectivos novios, que no contaban con su aprobación. Del de la menor llegó a exponer ayer ante la jueza que “era gitano”, que había estado casado y tenía hijos. “Y yo no quería que se casase con él”, reflexionó.

Por eso, a pesar de culparla de haberle perjudicado con sus “mentiras”, el hombre utilizó su derecho a decir una última palabra para firmar con ella la paz. “Si mi hija quiere volver a casa, la perdono”, dijo, un ofrecimiento que pareció surtir efecto. A la salida de la vista, la todavía menor y sus padres se dejaban ver juntos en una cafetería próxima a los Nuevos Juzgados.

 

El acusado de obligar a mendigar a su hija afirma que ni la menor ni nadie de su familia pedía limosna

Te puede interesar