Francisco Vázquez augura en su regreso a la ciudad que “si pudimos, podemos”

  “No puedo tener mejor regreso que verme arropado por amigos en un reconocimiento que no es a mí, es a un proyecto. A una época”. Con estas palabras concluía anoche, ya pasadas las once, Francisco Vázquez su respuesta de agradecimiento a la medalla de oro de la Asociación de Empresarios de Matogrande, que minutos antes le había sido impuesta por su presidente, José Antonio Ferreira.
El acto se produjo a los postres de una cena servida en el Club Financiero Atlántico, a unos cuarenta comensales. En la presidencia Vázquez estaba flanqueado por su esposa, por el presidente de la agrupación promotora del homenaje, por el presidente de los empresarios gallegos, Antonio Fontenla, y por el de la Cámara de Comercio, Marcelo Castro-Rial.

Empresarios y políticos > En una única mesa en forma de u compartían velada, entre otros, Eduardo Blanco, fiel colaborador de Vázquez en su primera etapa en María Pita; Carlos González-Garcés, todavía concejal socialista; Cristina Goás, exconcejala del PP y los directivos de la asociación.
En su intervención, Vázquez tuvo un gesto específico para los responsables del colegio Liceo La Paz, presentes también en la sala.
Ferreira abrió el turno dando lectura al acta en la que se concedía a Vázquez la primera medalla de oro que entrega la asociación, y justificándola su decisiva intervención para el nacimiento y consolidación del barrio. Tras criticar sin ambages al actual gobierno local, finalizó con un rotundo “siempre serás el alcalde con mayúsculas en nuestros corazones”.
Francisco Vázquez confesó que le costaba contener la emoción y anunció que regresa tras cinco años en Roma “con un compromiso que no se ha roto ni un ápice”. Recordó el “momento duro” que vivía la ciudad en mayo de 1983, cuando tomó el bastón de mando, y apeló a al unión de todos –“la ciudad no debe tener color político”– para volver a evitar que se convierta en “una lánguida capital de provincia”.
“Si pudimos, podemos”, exclamó antes de señalar a la gente emprendedora como “lo mejor que puede tener una ciudad”.