Brasil celebra los 100 años que tal vez Vinicius de Moraes no quería cumplir

Brasil celebra los 100 años que tal vez Vinicius de Moraes no quería cumplir
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Vinicius de Moraes, el creador de la Bossa Nova fallecido en 1980, cumpliría hoy 100 años, pero tal vez no quería llegar a esa edad.

"No me gusta la idea de envejecer, pues perdería lo que las mujeres me dan", dijo en su última entrevista.

Los homenajes en esta fecha no fueron masivos y tuvieron más el carácter intimista que caracterizó la mayoría de las presentaciones de un artista que revolucionó la música brasileña y le dio identidad frente al mundo.

Se celebraron en museos que abrigan muestras sobre su obra, en salas de teatro en las que fueron declamados muchos de sus poemas, pero sobre todo en los bares de Río de Janeiro, que fueron hábitats de un poeta irreverente, bohemio y trasnochador.

En las redes sociales, su centenario era uno de los asuntos más comentados en Brasil, y hasta el buscador Google se sumó al homenaje con una simpática caricatura del poeta en la página inicial de su versión brasileña.

También hoy surgió en internet una versión remozada del portal de Vinicius de Moraes (www.viniciusdemoraes.com.br), que ofrece acceso a la polifacética obra del poeta, compositor, dramaturgo, letrista y crítico de cine brasileño.

En el portal aparecen las letras de todas sus canciones y vídeos en los que las interpreta con muchos de sus "socios", como Tom Jobim, Toquinho, Baden Powell y Joao Gilberto.

La nueva versión del portal fue preparada por la familia, que aprovechó el centenario para ampliar ese sitio en internet, que desde ya ofrecía un vasto, aunque más limitado, panorama de su obra.

Una de las tantas fiestas de "cumpleaños" fue en el bar "Garota de Ipanema", en una de cuyas mesas, cuando todavía se llamaba "Bar Veloso", Vinicius de Moraes compuso junto a Tom Jobim la canción que aún permanece entre las más famosas y escuchadas del mundo.

Por allí pasaba a diario una joven de quince años que despertaba todas sus fantasías. "¿Notaste que cuando ella pasa el aire se hace más volátil? Ni los egipcios ni Einstein sabrían explicarlo", dijo Vinicius a Tom pensando ya en los versos de "Garota de Ipanema".

Otros admiradores del poeta se reunieron hoy en una plaza de la playa de Itapua, en Salvador, capital de Bahía, donde residió en una época.

La plaza lleva el nombre del poeta, esta frente a la casa en que vivió, hoy convertida en hotel, y tiene una estatua que encarna todo su espíritu bohemio.

El escultor Juarez Paraíso representó al poeta sentado a la mesa de un bar, en la que muchos turistas se toman fotos "con" Vinicius y, tradicionalmente, lo hacen con un vaso de whisky en la mano.

El whisky fue uno de los más habituales compañeros de Vinicius de Moraes, quien consideraba que era la más "noble" de las bebidas y lo definía como "el mejor amigo del hombre. Es un perro embotellado".

Una de sus frases más citadas de hecho está dedicada a ese licor: "Amad y bebed whisky. No digo que bebáis en cantidades federales, pero cuatro o cinco por día nunca le hicieron mal a nadie".

Junto con la poesía, las conversaciones con amigos y el whisky, la gran pasión de Vinicius de Moraes fueron el amor y las mujeres.

Sus 67 años de vida fueron un torbellino de pasiones. Se casó nueve veces y tuvo cinco hijos, a los que les dedicó la mayoría de sus poemas para niños, como la famosa "Acuarela", a la que Toquinho le puso música.

Toquinho fue uno de sus compañeros de bohemia y el amigo que dijo haber sentido el dolor "más intenso" de su vida la mañana del 9 de julio de 1980, cuando encontró a Vinicius sin vida en la bañera de su casa, en la que el poeta creaba y recibía a sus visitas.

Habían estado componiendo, cocinando macarrones con huevos, la comida preferida del poeta, y Vinicius decidió tomar un baño y beber un whisky más en su bañera, que fue el último.

Días antes, el periodista Narceu de Almeida le había hecho la que sería su última entrevista, en la que le preguntó por la muerte.

Vinicius, que ya no toleraba las restricciones que los médicos le imponían en la comida y la bebida, declaró que la muerte le "preocupaba", pero sobre todo por las mujeres, pues sentiría "mucha pena" por dejarlas.

"Sé que la vejez puede ser una cosa bonita, pero no me gusta la idea de envejecer, porque perdería lo que las mujeres me dan", dijo.

Lleno de achaques tras una vida de excesos, apuntó: "No tengo miedo de la muerte, pero estoy con saudades de la vida, porque siempre viví con una gran plenitud".

Eduardo Davis

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