Expolios que no están y joyas que están y no se ven

Expolios que no están  y joyas que están y no se ven
14 febrero 2019 Fotografía de archivo del Museo Eléctrico de A Coruña

Ahora que Galicia y Santiago reclaman la devolución de las esculturas de Abraham y Moisés, que el maestro Mateo fabricó para el Pórtico de la Gloria, y que acabaron en manos de la familia Franco, toca inventariar lo que la ciudad tiene y lo que le quitaron en una historia que se escribe a golpe de expolios. 
A Coruña no iba a ser menos y entre lo que ya no está, el historiador Felipe Senén destaca el cristo de la iglesia de Santiago y que hoy está en La Rábida (Huelva): “Déuselle para unha exposición sobre Cristóbal Colón, pero aí quedou sen que ninguén o pedira”. Se trata de una talla gótica de estilo toscano. Cuenta el experto que muchos restos arqueológicos marinos tipo ánforas, que aparecieron en Palavea, fueron comprados en ferranchinas: “Sempre houbo tráfico destas historias, abundou moito nos anos 70 e 80 cando se dragaba o porto”. 


Estos objetos animaron al regateo en el mundo subterráneo de los anticuarios. Tamén se perdieron colecciones de coruñeses como la del ministro de Ultramar, Romero Ortiz, que “cando morre a muller envíao ao Alcázar de Toledo” pese a que en las cláusulas del testamento aparecía una en la que se especificaba que los fondos deberían quedarse en la ciudad. 


Su legado fue muy significativo para Picasso, que se inspiró en las máscaras africanas y egipcias que tenía el político: “O pintor ía a velas”. 


Otra colección que se desmembró, según Senén, fue la de Tomás Blanco Cicerón, de la que se adquirieron algunas piezas para el museo arqueológico de San Antón, siendo él  director, “outras subastáronse e saíron para Inglaterra” como el Mosaico de Panxón, sobre el que se pujó en 2000 en Madrid. Por suerte, algunas se quedaron en el Museo de Pontevedra. Algo parecido le ocurrió a las colecciones de numismática de Orol y Coena y que nutrieron las tiendas especializadas. 

A la biblia hebrea Kennicott, de origen coruñés, y que duerme en Oxford y las laudas judías que acabaron en Toledo, Senén sigue sumando tesoros como el códice maya Coruña o Tudela, que está en el Museo de América, de Madrid. 

Museos
En otra escala, la ciudad perdió un patrimonio en forma de museo eléctrico, el de Unión Fenosa que montó José María Quiroga y que se desmontó años después o el que levantó Manuel Lombao en el edificio de la Terraza en los 90 donde se podían ver parte de la historia del periodismo en fotografías, pero también en objetos como micrófonos y amplificadores: “Como está e onde está todo iso?”, se cuestiona un experto que reclama la exposición de las joyas que guarda el templo de la Colegiata o el convento de las monjas Clarisas en las Bárbaras, que tienen un cuadro de estilo flamenco importante: “O Concello ten que vixiar por este patrimonio, que medidas se toman para isto?”. Son tesoros que no se ven, pero están. 


En este sentido, la Real Academia de Belas Artes se encarga de registrar las ausencias de forma periódica para que haya constancia de lo perdido porque la museología es algo más que mostrar, “é saber adquirir e administrar en que investir. É expoñer, mercar, controlar e investigar” y, en este aspecto, Senén critica a las administraciones por no reservar partidas a la historia: “San Antón segue sen director e non hai unha política de adquirir obras significativas para crear o puzle histórico da cidade”. 


Recuerda símbolos abandonados como la biblioteca del Real Consulado o el legado de Salvador de Madariaga, que “sobreviven pola vontade de persoas”. Desde Belas Artes, los académicos miran con preocupación la falta de documentación: “A memoria pérdese” y al perderse ya nunca se va a poder recuperar como la historia de la Fábrica de Tabacos, la parte documental de objetos de la Marineda de Pardo Bazán o la colección de monedas con prefijo 981.

Expolios que no están y joyas que están y no se ven

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