Reportaje | La historia de la construcción del tinglado de la plaza de la Harina en el siglo XVII

Reportaje | La historia de la construcción del tinglado de la plaza de la Harina en el siglo XVII
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El inicio de la construcción del tinglado en la plaza de la Harina se comunicó el 9 de enero de 1792 a la Junta, presidida por el Gobernador, y al Ingeniero Comandante, que visto el acuerdo y conforme lo solicitado por el Ramo de la Guerra, para la ejecución del Tinglado y ocupar el terreno comprendido de 200 varas del frente de la plaza o Ciudad Alta.
Teniendo presente la Real Junta, que por orden del Fiscal del Consejo, de 3 de octubre de 1789, comunicada al Ayuntamiento y Junta de Propios de la ciudad en 10 del mismo, se mandó construir un tinglado en la plaza pública, para vender pescados frescos. La obra recayó en Miguel Martínez, en la suma de 57.000 reales, variando o aumentando la longitud del tinglado hasta 60 varas, con la condición de adelantarle la tercera parte de dicha cantidad. 
Por haberse hecho el remate contrario a la indicada orden, el interventor impidió su ejecución, la superioridad por orden de 24 de marzo de 1790, le declaró por nulo mandato, se entregase el dinero anticipado en Arca de Propios. Habiendo impedido la planificación de este proyecto el capitán general y gobernador de esta plaza, se dio cuenta al fiscal en 5 de mayo, resolviendo en atención a ser indispensable licencia del rey para construir el tinglado en el paraje señalado, acudiese la ciudad a solicitarla por la vía de guerra, reducida únicamente a las 30 varas del primer proyecto. 
El celo del personero que solicitó la construcción de esta obra, conociendo la Junta que es una de las más necesarias para comodidad del pueblo, hizo concurrir a Miguel Martínez, a quien se previno diese principio bajo aprobación del Supremo Consejo de Castilla, a quien se formó la correspondiente representación de ejecución. El 14 de noviembre de 1793, el arquitecto informó sobre el encargo que se había hecho en la anterior Junta para la caseta que debe hacerse en la plaza, con destino a Cuerpo de Guardia, que era necesaria caseta y media. Estando ya construidas diferentes en dicho paraje, podrán comprarse las relacionadas a sus dueños. 
Se acordó que el comisario de semana con el arquitecto viese en qué cantidad se quiere vender y dé cuenta a la Junta, para disponer su compra o lo más justo a los fondos públicos. El 16 de diciembre del mismo año, la Junta indica que el arquitecto empiece las obras del Cuerpo de Guardia que está proyectado, con las formalidades económicas que el tesorero Genaro Fontenla presentó. En su vista se acordó pase al contador, para formar la libranza, llegando el 16 de julio de 1795, en que de nuevo la Junta acuerda que el Comisario de semana disponga se dé principio al Cuerpo de Guardia de la plaza pública.
El proceso sigue igual que estaba y el 8 de enero de 1796, la Junta acuerda se saque nuevamente a posturas la obra del tinglado proyectado en la plaza de la Harina. Se apercibió su remate para el día 12 para recogerse los concurrentes a los dos mercados semanales que se celebran en esta ciudad, y precaver los perjuicios que se experimentan y piden eficaz remedio a favor del público. 
Se presentaron por postores a ella Esteban Aubert, José Casás, José Carballo, y Juan Antonio Gómez, que enterados de las condiciones formadas por el Arquitecto, se ha de dar concluida la obra para el día 15 de marzo. Además, su importe se ha de pagar al Asentista. Una tercera parte, antes de empezar la obra; la otra cuando esté en su mediación, y la última después de finalizada. En este concepto hicieron sus posturas, siendo la primera la de Aubert, en 30.000 reales, que la Junta no admitió por excesiva. Siguió la de Casás, en 19.000 reales, a la que rebajó Carballo 3.000 reales, y Casás, volvió a bajar mil reales. En este estado les previno la Junta moderasen sus posturas, teniendo presente la mejor economía en la distribución de los Caudales del Público. Juan Antonio Gómez, se puso la obra en 12.000 reales, se mandó encender Candelilla y se apagó con la última postura y en su vista hizo la Junta remate en forma a favor de Gómez y comisionó al señor Mira para el recibo de la fianza.
Teniendo presente la Junta la necesidad que experimentaba el público con la falta de este tinglado, se mandó construirlo a la mayor brevedad, dando cuenta al Supremo Consejo de Castilla, para la Junta contar con la aprobación de este Supremo Tribunal en sus operaciones. Acordando dar cuenta de todo al contador general de propios y arbitrios de la Corona. El 19 de febrero de dicho año, el arquitecto manifestó que el tinglado que se está fabricando en la plaza de la Harina lleva poco largo, y que sería conveniente fuese mayor, para mejor comodidad de los concurrentes. 

Aumento
Así, la Junta acordó aumentarlo cuatro varas, cuyo importe se satisfará al asentista. El 7 de marzo, se presentó Juan Antonio Gómez, asentista del tinglado provisional que se está ejecutando y habiendo determinado, en virtud de los clamores de los vecinos, ensancharle de manera que tenga nueve varas de ancho y 30 de largo.
Trató el precio a que se debía hacerlo y quedó acordado y conforme al asentista que ejecutara estos aumentos de obra por la cantidad de 7.687 reales, con los 12.000, en que estaba rematado, ascendiendo a la cantidad de 19.687 reales, 30 maravedíes y dos tercios de otro de vellón. El contador general de Propios de la Corona, el 13 abril, da cuenta la aprobación del tinglado mandado ejecutar del caudal sobrante de Propios, y en su vista, se acordó que se pase copia de dicha orden a la Contaduría e Intervención.
Para el 27 de octubre, la Junta da cuenta de una instancia de Juan Antonio Gómez, solicitando se le pague lo que se le adeuda, para lo que ya tiene despachado libranza, y hallando la Junta por justa esta solicitud, acordó se dé orden al tesorero, para que del primer caudal que entre en su poder, satisfaga a dicho asentista, y al de la plaza pública sus reales. 
El 1 de febrero de 1798, la Junta, tiene presente que el tinglado fue hecho para recogerse las harinas, no puede conseguirse este objeto; para que no padezca la finca y esta al mismo tiempo que sirva para su primer fin, sea también una Alhóndiga (peso público). Acordó la Junta que se cierre con verjas o con lo que le sirva de más seguridad, reservando proveer el arreglo y más disposiciones que deben observarse. De modo que el tinglado de la plaza de Harina a 1798 todavía estaba sin acabar, aunque en funcionamiento.

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