Absuelto de un atropello mortal en Alfonso Molina porque la víctima estaba muy ebria

Una premisa, que las normas e circulación no exigen “conductas heroicas para unos determinados conductores, a fin de que deban prevenir y evitar los supuestos y situaciones más anómalas e imprevisibles”, ha llevado a la jueza de penal 5 a descartar que el atropello que la madrugada del 22 de febrero de 2009 costó la vida a un peatón en Alfonso Molina fuera consecuencia de una conducta delictiva del piloto que lo arrolló.

Esa conclusión le ha valido la libre absolución al causante del accidente mortal, un hombre que aquella misma noche fue enviado al calabozo tras constatarse que superaba la tasa de alcohol permitida. Para la magistrada, más relevante resulta el nivel de alcohol de la víctima, que según confirmaron las pruebas toxicológicas era “muy elevado, cercano al coma etílico”. Esa grave intoxicación fue, según se establece en la sentencia, la razón que llevó al viandante a irrumpir en la avenida de forma “absolutamente sorpresiva e inesperada”, impidiendo que los conductores pudieran percatarse de su presencia.

 El peatón atravesó de madrugada los seis carriles de la avenida por debajo
de un paso a nivel

Sin mirar > El fallecido, de 35 años, atravesaba los seis carriles a la altura de la estación de autobuses en un tramo no habilitado para el paso a pie cuando fue alcanzado por el turismo, en una zona que cuenta con protección metálica en la mediana para impedir los cruces indebidos y muy próxima a una pasarela peatonal elevada. Según destaca la resolución, el viandante, “habida cuenta de las condiciones en las que se encontraba”, tampoco miró para asegurarse de si venían coches antes de echar a andar.

Sobre el modo en que se produjo el accidente declaró en la fase de instrucción, y también en el juicio, el acusado, que se enfrentaba a peticiones de condena de hasta tres años de prisión por delitos contra la seguridad del tráfico y homicidio imprudente.

El hombre reconoció desde el primer momento que había tomado algo de alcohol antes de coger el coche, y manifestó que no se enteró de que había alguien en medio de la calzada hasta que sintió el golpe.

Pero, a ojos de la magistrada, la causa no fue tanto su propia afectación alcohólica como a la conducta de la víctima; de hecho, los 0,57 miligramos de alcohol por litro de sangre espirado que arrojó el primer test de alcoholemia no resultan para la jueza prueba suficiente de que estuviera ebrio. En primer lugar, según detalla la sentencia, porque ese nivel de alcohol no llega a la tasa objetiva que requiere el delito contra la seguridad del tráfico (0,60) y en segundo, porque los rasgos que se reflejaron en el atestado no demuestran, según su juicio, que el piloto circulase bajo un “real y objetivo influjo de las bebidas”.

En el parte policial se hacía constar que el hombre tenía el “rostro pálido, deambulación vacilante y leve oscilación al caminar”, signos que, en opinión de la titular del juzgado de penal 5, también son compatibles con el momento de enterarse de que se acaba de atropellar a una persona y que esta ha muerto.

Absuelto de un atropello mortal en Alfonso Molina porque la víctima estaba muy ebria

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