Alcohólicos Anónimos celebra doce años abierto las 24 horas

Alcohólicos Anónimos celebra doce años abierto las 24 horas
El local de Os Mallos no pide más que un “sí” del enfermo patricia g. fraga

En 24 horas Alcohólicos Anónimos Coruña no piden papeles ni hacen tests que prueben la enfermedad. Solo un “sí” donde el afectado lo reconozca, que puede ser titubeante porque los 40 que forman parte de esta gran familia saben lo difícil que es pronunciarlo en esas condiciones. Una vez que lo hacen, el proceso pide relax y conversación. Llevan haciendo esto desde hace doce años y porque son muchos los que han sido capaces de superar el alcoholismo, el colectivo deja su local de Os Mallos para celebrarlo en el centro cívico.
Allí se reunirán a las 19.00 horas en un encuentro abierto a todo el mundo, donde se informará a los familiares, sin dejar de aparcar la ayuda, que va con ellos como la concha se adosa a los caracoles. No se la pueden despegar, así que la solidaridad marcará el ritmo de una cita que acabará con un buen plato de comida en una cena en el mismo edificio, donde se juntarán exalcohólicos de México, Estados Unidos, Colombia, Portugal y del resto de España.
Y es que uno de los usuarios, José Ramón Fernández, señala que el movimiento internacional es cada vez mayor, que de cinco grupos han pasado a ser doce los que cogen la maleta cada año para intercambiar experiencias: “Crecimos bastante los servicios porque necesitamos estar en contacto con otros para que sea más llevadero y vivamos otras cosas”. Desde los 21 a los 67 años del mayor del clan, 24 horas Alcohólicos Anónimos da cobijo a enfermos de todas las edades. No hay un baremo predominante y también están los que llevan parejo un segundo mal como la drogadicción.
A todos, los veteranos les cuentan que el veredicto de la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de que no tiene curación y es progresiva para dejar que el paciente decida si quedarse o no: “Aquí no obligamos a nadie”.
José Ramón afirma que es complicado porque “puedes estar bebiendo y cayéndote todos los días y tú mismo eres el último en darte cuenta o, mejor dicho, en querer darte cuenta”.
Fernández confiesa que es fácil tapujar o justificar “en tu cabeza lo que estás haciendo hasta que lo pierdas todo”. En su caso, “mi mujer acabó yéndose con mi hija de casa, me quedé sin dinero y sin trabajo. Era un desecho humano”. Sin embargo, seis años después vuelve a estar acompañado de los suyos, que participaron en la evolución de José Ramón y valoraron el esfuerzo. Se reintegró en el mercado laboral y hoy puede contarlo. Por ejemplos como él, los miembros y allegados de la asociación celebrarán los doce años de vida ofreciendo una oreja amiga dispuesta a escuchar en el barrio de Os Mallos. Las 24 horas de los siete días de la semana.

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