La artista Yolanda Dorda muestra en la galería Monty4rte su evolución

m.g.m. > a coruña
  Antes contenía la expresión en un grito. Desgarrador. Ahora, Yolanda Dorda se relaja para crear. Deja que el pincel se suelte en la composición y que sus personajes entran y salgan del cuadro cómo y cuándo quieran. Si hace unos años, el fondo era neutro, en la actualidad lo que está detrás de esas personas tiene algo que decir. Y hasta se lleva bien con el resto.
La artista coruñesa presenta desde ayer en la galería Monty4arte, en la calle de Montroig, número 4, un poco de su evolución. De aquellos niños que lloraban en alto a las mujeres. Porque ellas son ahora las protagonistas en composiciones que funcionan como si fueran las escenas de una película. Dorda las llama “Escenas costumbristas”. A veces, el largometraje habla de la soledad y otras respira de escenas sensuales, llenas de erotismo y, en realidad, es el público el que se imagina parte del guión porque esas mujeres, al igual que todas las mujeres, son misteriosas.
Por su parte, la creadora amplía la paleta de colores. Al contrario que al principio, donde hacía uso de dos o tres variantes, el pincel se embadurna ahora de distintas tonalidades. Tantas como el lienzo pide. Y las personas con coleta se desatan. Vagan libres en una colección en la que el rostro está más en un segundo plano y prevalece el cuerpo en armonía con su paisaje.
Las presencias de carne y hueso encajan como piezas de puzzle y cuentan historias. Algunas son tristes porque hablan de que no tienen a nadie. Entonces, ocurre que su compañera soledad domina su expresión. En otras, el curioso se desentiende de lo humano y se va hasta el interior de un baño, templo del secretismo. De lo que se esconde debajo del vestido.
Así es como la exposición enseña hasta 18 relatos. Unidades que parten de lo figurativo, que es la base del pastel, para irse al mundo de lo abstracto. Haciendo realidad su condición de libres. Dorda explica que la pincelada del cuerpo se sale de la línea y llega hasta al fondo y que ambos terminan por entenderse. En una forma de hacer que evoluciona hacia el color y es alegre. Se contagia del momento. Allí donde la artista se siente cómoda.

La artista Yolanda Dorda muestra en la galería Monty4rte su evolución

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