Reportaje | El mejor triple de su carrera lo encestó en pleno vuelo a la isla de Mallorca

Reportaje | El mejor triple de su carrera lo encestó en pleno vuelo a la isla de Mallorca
El almeriense compagina Medicina con el baloncesto | quintana

Nunca un choque baloncestístico levantó tanta expectación. Tampoco una canasta ni un triple en la última milésima de segundo de unos play off, porque, sin duda, salvarle la vida a alguien está por encima de cualquier competición y Ángel Hernández se repite hoy en los medios de comunicación tanto o más que Messi. Cuenta que lleva dos días cogiendo el teléfono para contarlo una y otra vez. Fue en el vuelo que llevó al Leyma Coruña de Leb Oro a Mallorca previo paso por Santander. Allí tuvieron que aterrizar de emergencia porque uno de los pasajeros se encontraba indispuesto.
Cuenta el que está estudiando para el MIR, Ángel Hernández, que acababan de despegar. Solo le dio tiempo a darle el play. Para ese vuelo, había escogido esa en la que Will Smith es médico y descubre una enfermedad relacionada con el fútbol americano. Apenas había salido en pantalla el actor cuando uno de sus compañeros de equipo le tocó en la espalda. En la parte delantera del avión, a alguien le había dado un infarto. Rápidamente fue hasta allí y se encontró con dos médicos más atendiéndole: “Estaba bien controlado, el hombre se quedó inconsciente, pero pronto recuperó la consciencia y se puso a hablar con nosotros”.
Fue un síncope y, sobre todo, un susto. Por eso, entre los tres especialistas decidieron detener el viaje para que recibiera la atención adecuada en un hospital: “Los primeros minutos fueron de mucha tensión porque el familiar tenía mucha ansiedad”. Sin embargo, en poco tiempo lograron asistirle y reanimarle. Y tras dejarlo en el aeropuerto santanderino, emprendieron de nuevo su marcha y llegaron a la isla de las ensaimadas con retraso. Aún así, la victoria fue para ellos. Todo salió redondo porque “es muy difícil ganar en Palma”.
Hernández tiene 26 años y cultiva la vocación de médico desde que no superaba el metro de altura. Ahora que lo pasa de sobra, reconoce que su sueño de vestirse una bata para trabajar estuvo siempre por delante que el de encestar, pero no por eso tiró la toalla y compaginó la carrera hasta este verano. La hizo en siete años porque aunque cubrió los tiempos muertos con apuntes de anatomía, no es fácil. Más complicado es aún realizar las prácticas: “Las hice en el Chuac y fui rotando por las distintas especialidades”, una experiencia que le hizo reafirmarse en lo que pensaba y poner de primera a cardiología. Aquí o en su tierra almeriense, eso ya da igual. El caso es que el deporte y la disciplina que se adosa a él como una lapa le ayudaron para ser igual de constante cuando tocaba hincar el codo que al ponerse pantalones cortos: “Ahora tengo que hacer muy buen examen porque voy a por lo más alto”. Madera de campeón no le falta.

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