Supervivientes del “Urquiola” dudan de la seguridad de punta Langosteira

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  abel peña  > a coruña

 A lo largo de su historia, A Coruña se ha visto afectada por grandes desastres medioambientales cada vez que un petrolero ha naufragado frente a sus costas. Evitar que sucesos como estos se vuelvan a producir es uno de los principales motivos por el que se construye el Puerto Exterior en Punta Langosteira, pero se trata de una obra tan cara como polémica y algunos expertos ponen en duda incluso su utilidad. Es el caso del antiguo práctico del puerto Benigno Sánchez Lebón, que considera que esta infraestructura con “ la que se pretende cerrar la historia negra A Coruña” no estará a la altura de las expectativas que ha generado.
Sánchez recuerda que el puerto se abre precisamente en la dirección del tránsito de las borrascas del noroeste, lo que significa que no está protegido del oleaje ni de las corrientes, como sería lo ideal. “Tendrían que haberlo hecho en la ría de Ares, hubiera sido una localización muy buena”, mantiene el antiguo práctico. Y en cambio, “se ha dispuesto en una situación muy poco defendida. Ha muerto gente construyéndola y, cuando esté acabada, no va a dar más que problemas”.
Es una posibilidad que él lamentaría, como superviviente de uno de los tres naufragios de petroleros que vivió la ciudad, el del  “Urquiola”, de cuyo hundimiento se cumplían ayer 35 años. Este naufragio se distingue de los demás porque no sólo fue una tragedia medioambiental, sino también personal: aquel día murió el capitán, Francisco Rodríguez Castelo, el último en abandonar el barco justo después de Sánchez que consiguió llegar a nado a la orilla cubierto de crudo. Ayer se descubrió una  placa conmemorativa en su honor, en un acto que congregó a familiares y amigos, entre ellos su viuda, Isabel Rodríguez, y sus hijas en el parque de la Torre.

Viento > El acto fue presidido por el teniente de alcalde, Henrique Tello, pero tuvo un público de excepción: además de numerosos concejales del actual gobierno local también acudió José Manuel Liaño Flores. A sus casi noventa años, el que ocupara del sillón de la alcaldía durante el desastre del “Urquiola” desafío el cielo plomizo y el frío viento que soplaba del norte para rendir homenaje al capitán Rodríguez Castelo, y también para recordar una jornada aciaga. Como dijo Tello, “a xente do mar sabe desafiar o vento e tamén o faremos nos”.
“Es el recuerdo de una catástrofe”, señala Liaño que recuerda que todo podía haberse evitado: Se sabía que había unas agujas de roca submarina en ese punto, pero nunca se habían corregido las cartas marinas para que indicaran ese obstáculo. Cuando la afilada roca de Papa Poutada abrió una brecha en el casco por el que se vertieron toneladas de crudo, el capitán tuvo que volver a mar abierto, lo que provocó un nuevo choque que creó la chispa que incendió el mar al que tuvo que arrojarse Rodríguez Castelo en un intento desesperado por salvarse. “Lo pasado, pasado está”, dijo su viuda, que aseguró que si su marido estuviera vivo “le hubiera emocionado este homenaje, como me emociona a mí”.


 

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