Reportaje | La primera reforma de la Torre de Hércules, faro milenario y edificio memorable

Reportaje | La primera reforma de la Torre de Hércules, faro milenario y edificio memorable
Escudo de La Coruña, en el mural de la Fábrica de Tabacos de Sevilla

En la obra del milenario faro, Orosio, en el siglo IV, recuerda la Torre de Hércules y dice que se levanta como una atalaya de los brigantes y que su altísima columna es digna de mención. También Ethicus habla de la Torre y dice que se adentra en el mar y mira de lejos a Brigantia, la cual guarnece el propio faro. Es muy antiguo y una obra memorable de fortificación, es un lugar de vigilancia que los mismos brigantes levantaron.
Por tanto, cuando nos adentramos en el entramado literario que hay sobre la Torre de Hércules nos encontramos que sus fuentes son escasas o se repiten, otras veces son copias o aparecen deformadas en la historia. Mucha de esta literatura se ajusta, realmente, al género de la fábula. 
De modo que la Torre antigua sería de un solo cuerpo y estaría situada en forma de prisma, con una base en cuadrado, dos puertas de acceso y una rampa de subida para el servicio al resto de las estancias, ya que su comunicación sería por la parte exterior. Cuando esta rampa desaparece por la mano del hombre para servir a las diferentes obras de fortificación de la ciudad, lo que entonces eran puertas se convierten en ventanas y las plantas altas quedan sin comunicación al no haber escalera para subir. En aquella época la Torre tendría unos cuarenta metros de alto.

Visita del Cardenal Hoyo
Cuando el Cardenal Hoyo viene de visita a La Coruña en 1608, la Torre no tenía la rampa de acceso. En su visita deja constancia de que es muy alta y de cuatro esquinas, siendo el capitel superior boleado y todo de una argamasa tan firme que para sacar un trozo como una nuez se necesita un pico muy resistente. Cuenta con dos puertas y se divide en tres altos de bóveda, y por la rampa subía una cabalgadura. Lo que cuenta de este pasaje es que los romanos no acometían este tipo de construcciones, por tanto su elevación es posible que date de tiempo de los fenicios, por lo que quizás hicieron los romanos alguna obra importante de reparación para un óptimo mantenimiento, mejorando sus intereses de vigilancia costera, que es lo mismo que también pensaba Verea y Aguiar.
En 1553, el Ayuntamiento coruñés anuncia en una sesión plenaria celebrada el 27 de octubre (libro de actas número siete) a los regidores que ordenen que nadie toque ni lleve ninguna piedra de la obra y fortificación de la Torre, y que se ponga remedio para que aquella no caiga a tierra ni falten los cimientos de la misma.
No obstante, la Torre seguirá arruinándose en el tiempo, hasta que en el siglo XVII se hace su primera reforma. Esto acontece en 1685 por medio de Francisco Sandoval y Rojas, II duque de Uceda y Capitán General de Galicia, quien dispone que se traspasen las tres bóvedas en que estaba dividida la Torre –y que con la desaparición de su rampa exterior había quedado incomunicada–. 
Estos trabajos se le encomiendan al maestro de obras Amaro Antúnez, vecino de La Coruña, quien agujerea las cúpulas de cada una de las plantas y coloca en su hueco una escalera de madera que llega hasta la cúpula de la Torre desde la planta baja, colocándose en aquella dos pequeños torreones para alumbrar a los navegantes. Pero dicha obra es de poca duración y pronto uno de los torreones deja de funcionar –el otro lo hará en 1769–. Cuando cae un rayo y lo destruye, quedando la Torre a oscuras, aunque los barcos seguían pagando el derecho de linterna, se dispone  que se coloquen tres medianos faroles con las mismas tres luces con que estaba dotado el que se había incendiado y se propone en 1772 un arreglo temporal del alumbrado de la Torre. Es entonces cuando se coloca un madero en el balcón de la segunda cornisa, y del mismo se cuelga un farol, que es el que representa la Torre con el alumbrado en el escudo de la ciudad del siglo XVIII. 
Posteriormente se harán otros intentos de reparación o de reforma pero ninguno fructificará. Incluso el ingeniero Juan de la Ferriere apuesta que el faro es anterior a la época de los romanos. Siendo Carlos Boysin, en 1733, quien levanta los planos para la reforma de la Torre, proyecto que no se llegó a hacer, la definitiva reforma se haría en 1788 y vendría por medio de Eustaquio Giannini Bantallol, al cual se le destina para el cargo en el verano de dicho año. 

Variedad de piedras
La obra se levantará por el método de cuenta y razón, y del remate de la cantería queda encargado José de Elejalde, maestro de obras de la ciudad coruñesa. Se emplearon en  aquellos trabajos 7.185 piedras de tres clases diferentes: 2.676 de piedra labrada, 4.296 de piedra ordinaria y 213 de piedra sin labrar o tosca. De estas, 26 fueron arrancadas del costado de la Torre para que sirviesen de base en los cimientos exteriores, y también se aprovecharon otras 428 piedras de la Torre antigua, que fueron de nuevo labradas y se colocaron en la nueva, empleándose 5.417 fanegas de cal y 797 carros de arena de mina –que salió de las playas del Matadero, San Amaro y de algún solar o solares propiedad del presbítero Juan Ignacio de Lago–, así como 1.176 quintales de piedra pizarra, entre otros materiales diversos. 
Además de demolerse a pico rozado cien varas cúbicas de mampostería antigua de cal y canto, así como mucha parte de la roca viva en los cimientos exteriores de la Torre, también se escarbaron en dichos cimientos 64 varas cúbicas de tierra, donde se asentarían las 26 piezas de cantería que se arrancaron del monte de la Torre, y se fue rellenando la obra a medida que era levantada por los operarios que en ella trabajaban. La actuación finalizó en diciembre de 1790 y su coste alcanzó los 544.511 reales de vellón de la época. Sufriría posteriores reformas, como la de 1804-1806, cuando se instala un nuevo fanal y el pináculo cónico, señal de identidad de la actual Torre de Hércules.
Mediante una Real Orden de 1849, se establece en España la Escuela de Torreros de Faros y se pone a la Torre de Hércules como la más indicada para hacer en ella las clases. Desde 1847 viene prestando servicio a los navegantes sin interrupción.
 

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