Paloma, una de las hijas del banquero Emilio Botín, y su esposo han pasado de investigados a posibles estafados por la compra de una escultura de una leona íbera del siglo VI antes de Cristo, supuestamente procedente del expolio de un yacimiento arqueológico, a unos anticuarios que traficaban con arte.
Murió a los 73 años tras varios años de lucha contra la ELA.