En Londres, donde “un camarero es un superhéroe”, dice, los oficios se valoran y se pagan; cada vez que decía que era relojero la gente se quedaba “sorprendida, como si trabajara en la NASA. No es como aquí, en España, que parece que no tenemos el suficiente reconocimiento”, abunda David Rodríguez que, confiesa, si no fuera relojero sería chapista.