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Salud Ideal

Mímame, el proyecto coruñés que acompaña la primera infancia con sentido, calma y salud

La terapeuta ocupacional Macarena Sánchez crea en A Coruña un espacio pionero de acompañamiento a familias y bebés

Macarena trabaja con un niño en una de sus sesiones de Mímame
Macarena trabaja con un niño en una de sus sesiones de Mímame

Hay proyectos que nacen de la vocación, otros del amor y muchos, como Mímame, de la unión de ambos. Detrás de esta iniciativa se encuentra Macarena Sánchez, terapeuta ocupacional coruñesa con más de trece años de experiencia dedicada a la atención temprana y, sobre todo, a acompañar a las familias en los primeros años de vida de sus hijos.

Formada en la Universidad de A Coruña, donde cursó el grado en Terapia Ocupacional y posteriormente un máster oficial, Macarena confiesa que siempre tuvo claro su camino. “Desde muy joven sabía que quería dedicarme a la infancia. Me fascinaba comprender el porqué de las cosas, observar, analizar. Quizás porque durante mi infancia también tuve que enfrentarme a algunas barreras de salud que me acercaron a las profesiones sanitarias”, recuerda.

Aquel primer contacto con la rehabilitación, unido a su empatía natural, marcaron su destino. “En el colegio me encantaba acompañar a mis compañeros con necesidades educativas especiales. Recuerdo especialmente a Mario, un niño autista que me enseñó más sobre el respeto, la paciencia y la conexión que cualquier libro. Sin saberlo, él y mi propia historia de salud abrieron el camino hacia lo que soy hoy”, añade.

El nacimiento de Mímame en A Coruña

Convertirse en madre fue el punto de inflexión. “Hace un año tuve a mi hijo y todo cambió. Quería seguir ejerciendo mi vocación, pero también criar y conciliar. Parecía una utopía”, confiesa. En ese momento, empezó a tomar forma Mímame, un espacio de acompañamiento y promoción de la salud en la primera infancia ubicado en A Coruña, que nació oficialmente ocho meses después.

Macarena llevaba tiempo reflexionando sobre el paradigma de la atención temprana: “El sistema está saturado, y muchas familias llegan a terapia después de dar tumbos entre profesionales. Me preguntaba si no sería más interesante trabajar desde la prevención, desde la promoción de la salud, antes de que aparezcan los trastornos del desarrollo”.

Una conversación casual con otra madre en una reunión de lactancia terminó de impulsarla. “Marta, una compañera del grupo de Alma Lactancia, me propuso dar una charla sobre desarrollo infantil porque las familias estaban muy perdidas. Aquello fue la semilla de todo”.

En cada sesión, Macarena crea un espacio de calma y conexión, donde cada gesto cuenta.
En cada sesión, Macarena crea un espacio de calma y conexión, donde cada gesto cuenta.

Acompañar, no acelerar

El nombre Mímame no es casual. Representa la esencia de su proyecto: acompañamiento, confianza y respeto por los tiempos del bebé. “Mímame es un lugar donde las familias encuentran herramientas e información para acompañar el desarrollo de sus hijos, desde la calma y con un enfoque sanitario”, explica.

La diferencia respecto a otros servicios de estimulación temprana es clara: aquí no se busca adelantar hitos, sino comprender el proceso natural del desarrollo. “La terapia ocupacional es una disciplina sociosanitaria. Trabajamos la promoción de la salud y el bienestar de los bebés y sus familias desde la comprensión del cuerpo, la mente y lo emocional. Los bebés tienen personalidad, gustos e intereses desde muy pequeños, solo necesitamos entenderlos”, afirma.

Las familias, el verdadero motor

En Mímame, el papel de las familias es esencial. “Son el timón de sus peques. Acompañan 24 horas al día, siete días a la semana, por eso debemos empoderarlas y dotarlas de herramientas. No tiene sentido excluirlas del proceso de intervención. El vínculo familiar es la base del desarrollo”.

Macarena lo tiene claro: los padres y madres de hoy son diferentes. “Somos una generación que necesita entenderlo todo. Rompemos con lo establecido: colecho, porteo, alimentación en trozos, cero azúcar… No seguimos normas por costumbre, sino por convicción. Queremos acompañar con conocimiento y sentido”, afirma la profesional.

Aunque muchos hablan de “estimular”, Macarena prefiere hablar de “acompañar”. “El acompañamiento a través del juego, el contacto y el movimiento ayuda a que los bebés desarrollen destrezas motoras, sensoriales, cognitivas y emocionales. Pero también permite que las familias comprendan mejor a sus hijos, que descubran sus intereses, sus formas de calmarse o de comunicarse”, destaca.

Cada sesión en Mímame parte de la observación. “Las actividades se proponen desde las capacidades e intereses del bebé. Sin motivación, no hay aprendizaje. A veces lo más importante no es que el niño gatee, sino entender por qué aún no lo hace. El desarrollo no es una carrera”, añade Macarena. 

De la tribu al hogar

Mímame ofrece tanto sesiones individuales como grupales, además de acompañamiento a domicilio y actividades acuáticas. Cada formato tiene su magia. “En las sesiones uno a uno puedes profundizar más, pero los grupos crean tribu. Las familias necesitan sentirse acompañadas, compartir dudas y alegrías con otras en la misma etapa. A menudo, el grupo se convierte en un refugio”, destaca.

Las sesiones a domicilio, por su parte, permiten ver el entorno real del bebé. “A veces el problema no está en el niño, sino en el contexto. Recuerdo un bebé que no se volteaba: la alfombra era tan mullida que no podía moverse. Cambiamos la superficie y, en ese momento, se dio la vuelta por primera vez”, afirma.

Y en el agua, la magia continúa. “El medio acuático favorece el movimiento, la regulación, el vínculo y la confianza. Los bebés hacen movimientos que fuera del agua no pueden realizar y eso queda integrado en su sistema nervioso. Además, es un momento precioso con sus padres”.

Pequeñas grandes historias

Las anécdotas se acumulan, pero hay una que resume bien el impacto de Mímame. “En septiembre, cuando muchos bebés comenzaron la escuela infantil, varias familias me escribieron emocionadas. Las educadoras les habían felicitado por las destrezas de sus hijos y ellos respondían: ‘Vamos a Mímame’. Eso, para mí, es el mejor reconocimiento. Significa que acompañar desde el respeto y el conocimiento da sus frutos”, añade emocionada.

Si tuviera que dar un único consejo, Macarena no lo dudaría: “Disfrutad del proceso. No os fijéis solo en si gatea o camina. Fijaos en cómo os busca, cómo señala, cómo ríe. El desarrollo es mucho más que hitos motores: es emoción, vínculo, curiosidad y descubrimiento”.

Y sobre cómo le gustaría que las familias recuerden su paso por Mímame, responde con una sonrisa: “Me gustaría que se sintieran empoderadas, tranquilas y felices. Que recuerden Mímame como un espacio de aprendizaje y calma, donde pudieron reconectar con la esencia de criar. Porque la maternidad y la paternidad son abrumadoramente bellas y complejas, y necesitamos espacios seguros donde se cuide la salud y el bienestar del desarrollo”.

Antes de despedirse, lanza un mensaje de gratitud: “Gracias a todas las familias que han confiado en mí. Gracias por dejarme entrar en vuestras vidas, por hacerme reconectar con mi vocación y recordarme por qué amo tanto lo que hago. Gracias, gracias y siempre gracias”.