Sálvese quien pueda

La última encuesta del CIS refleja un descenso de la preocupación por la crisis catalana, mientras que el paro, la corrupción, y la clase política, siguen siendo los dolores de cabeza de los españoles. Y no es para menos. El arranque de 2018 augura un año difícil. Y, de momento, en casi todos los frentes abiertos, la clase política está jugando al “sálvese quien pueda”.
Que el paro siga presente como una espada de Damocles es harto comprensible, dado que los contratos basura e indefinidos se han convertido en la forma habitual de empleo. Los bajos salarios acompañan a la precariedad, lo que hunde la hucha de las pensiones. Como lógico es también que la corrupción ni se absuelva ni se olvide. Y más, ante el espectáculo que Rodrigo Rato protagonizó en el Congreso, acusando a ministros y dirigentes de su partido de la ruina de Bankia y del calvario judicial que le espera. Soberbio, desdeñoso e impertinente, acusó a Guindos de ser el responsable de la quiebra de la entidad que él dirigía y a Báñez y Catalá de filtrar que el Gobierno le quería en la cárcel. ¿De verdad creía Rajoy que, en su intento por salvarse, no intentaría antes llevarse por delante a los viejos compañeros?
Y, ¿de verdad creía el PP que Francisco Correa no iba a descubrir, también para salvarse, la financiación irregular del partido que le contrató? Porque esa es la segunda “revelación” de la semana: el PP valenciano, el de Francisco Camps, se financió, como ya se sospechaba, con dinero negro. Confesándolo, Correa, intenta llegar a un pacto con el fiscal que aminore su larga condena y no va a dejar títere con cabeza. El peliagudo asunto de los trajes pagados con dinero público que llevó a Camps al banquillo va a ser una broma comparado con este.
Le espera un mal año al “amigo del alma” del Bigotes. Suma y sigue. Los dirigentes catalanes, con Puigdemont a la cabeza, han iniciado una huida hacia adelante que solo les puede llevar frente al Tribunal Supremo. Artur Mas, agobiado por sus temas procesales, y a punto de salir la sentencia del caso Palau que va a dejar negro sobre blanco la irregular financiación de Convergencia, se va. Ha descubierto, ahora, que la vía unilateral no tiene salida y no quiere seguir acompañando al huido en Bélgica en la búsqueda desesperada de su salvación personal.
Carles Mundó, de ERC, abandona la política. No está dispuesto a presidir un Parlament que pretende retorcer el reglamento para proclamar telemáticamente a Puigdemont nuevamente president de la Generalitat. Ni él, ni Carme Forcadell, quieren añadir más paginas a su imputación por rebelión, sedición y malversación.
Dicen que Puigdemont pretende volver tras ser investido para que la Guardia Civil lo detenga, no como a un prófugo común, si no como el electo president de Cataluña con su vicepresidente en prisión. Un nuevo y eficaz gesto de victimismo ante la comunidad internacional. Son capaces.

Sálvese quien pueda

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