Ni contigo ni sin ti

La primera reunión de los negociadores de Podemos y los del PSOE no fue bien, como era de esperar. Los cercanos a Sánchez, que en julio le convencieron de ceder a un Gobierno de coalición, han perdido la batalla ante el fiasco de la investidura que no fue. A la desconfianza mutua se han sumado los agravios por las duras acusaciones que se han dedicado este verano. Ahora en el PSOE y en Moncloa la respuesta es unánime: no hay coalición posible.

Y en Podemos, que tensaron la cuerda al máximo ante las vacilaciones y los cambios de criterio previos a la investidura fallida, no acaban de creerse que se les haya pasado el tren de tocar poder sin parada en la próxima estación. Todavía confían en que, forzado por la necesidad, Sánchez este echando un órdago para acabar cediendo.

Por eso, las larguísimas horas de reunión en el Congreso resultaron inútiles; porque el equipo de Iglesias exigía la coalición y el del PSOE insistía en que esa vía está cerrada.

Ni siquiera entraron a debatir puntos esenciales de la oferta programática puesta sobre la mesa. Iglesias, que considera un alarde de generosidad su renuncia a formar parte del Ejecutivo, no parece dispuesto a quedarse de simple comparsa, asintiendo, desde su escaño, a las propuestas socialistas. 

Sabe que si vota afirmativamente y al día siguiente se pasa con todos sus diputados a la oposición para recriminar una y otra vez la escasez del gasto público en programas sociales, puede recuperar el electorado que ahora le niegan las encuestas. Porque un Ejecutivo de Sánchez, con todo el hemiciclo en contra, con un frenazo en el crecimiento económico, y con Bruselas vigilando el déficit y la deuda, no se va a poder permitir ninguna alegría.

Y ese es el As que el líder de Podemos se guarda en la manga. De ahí la insistencia del PSOE en negociar un programa. Sin pacto previo Sánchez no quiere sus votos. Con todo el riesgo que conlleva, prefiere ir a una nueva cita electoral donde se perfilan, según las encuestas, tres perdedores: Vox, Ciudadanos y UP. Pero donde no está nada claro que surja una mayoría suficiente.

Como ninguna fuerza política quiere aparecer como la responsable de la nueva cita electoral, las reuniones van a continuar hasta agotar el plazo y cuidándose mucho de descalificarse públicamente, pero la solución es más que improbable.

Sánchez no puede arriesgarse a salir investido y no conseguir, nuevamente, aprobar unos presupuestos. Cristóbal Montero pasaría a la historia como el Ministro de Hacienda con los presupuestos más longevos de la democracia, y el PSOE tendría que convocar nuevas elecciones con otro fracaso a la espalda. 

Ni contigo ni sin ti

Te puede interesar