Nunca llovió que no escampara

No puedo negar que la derrota ante el Celta ha sido un gran mazazo para la hinchada del Deportivo, pero es evidente que el club coruñés no ha dado la medida que se esperaba de un equipo que había cambiado inexplicablemente de la noche a la mañana en un abrir y cerrar de ojos con la llegada de Pepe Mel. Ni los más pesimistas soñaban con una derrota frente al club vigués que llegaba a Riazor después de jugar esa misma semana partido de la Europa League e igual que le había ocurrido al Barcelona una semana antes, la previsión era que los celestes acusasen el esfuerzo. Pero no fue así. A pesar del mazazo, repito, nunca llovió que no escampara. Sin embargo, hay quien reclama más contundencia. Que aquí queda  mucha tela por cortar y que el objetivo de la permanencia no se puede escapar pese a este revés que ha dolido mucho en el deportivismo.  
Para muchos, el Deportivo, también soy de esa opinión, salió al campo a no perder. Y cuando se sale al terreno de juego con esa pretensión, lo lógico es acabar pinchando. Y me parece grave. Como si se entendiese por bueno el reparto de puntos.
Es cierto que el Deportivo que vimos ante el Celta no fue, ni de lejos, el que derrotó al Barcelona. También quiero dejar constancia que frente a los culés los jugadores blanquiazules no eran tan buenos pero tampoco ahora son mucho peor. El fútbol no deja de ser un auténtico crisol de sensaciones y no siempre los jugadores salen al campo con la misma actitud. El rival influye y en este caso también pensé que ante los pontevedreses se saldría a morir en busca de los tres puntos. Y mi sensación es que no fue así porque se apreció cierto conservadurismo. No sé si fue por determinación de Pepe Mel, dudo que así sea, o es que las buenas intenciones se quedaron en el vestuario en un duelo por la supremacía gallega en la que, lógicamente, nuestro fútbol, nuestro Deportivo, tampoco puede vivir al margen de todos aquellos que amamos un deporte en el que solo vale ganar aunque a veces las derrotas también pueden servir para corregir errores. Y ese domingo los hubo. Pero en este fútbol tan desigual y lleno de sorpresas nada es tan simple y mucho menos normal. Después, supongo que Mel tendrá sus razones, está la suplencia de Andone y Emre Çolak, una decisión que me parece sibilina. Y no es una cuestión baladí. ¿Hay alguna explicación para ello?

Nunca llovió que no escampara

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