No ganar es fracasar

El Deportivo, una semana más, parece que se empeña en demostrarnos su ingenuidad en momentos decisivos cuando el marcador refleja que se pueden conseguir tres puntos que podrían ser trascendentales para mantener esas buenas sensaciones ligueras por las que tanto soñamos todos los que, sin duda, queremos lo mejor para el Dépor. Lo sucedido en Málaga no acabo de comprenderlo, porque con todo a favor, se dejó escapar un triunfo que parecía inapelable.
Sigo sin concebir el bajón deportivista en la segunda mitad ante un Málaga que, resulta llamativo, solo ganó dos partidos en este curso, ante Celta y Deportivo. Es tan atípico como peculiar en un deporte que nos hace sentir cosas que no cambiaríamos por nada. ¿Pueden ser los nervios de las horas previas a un partido calificado de final? ¿Puede ser el cosquilleo cuando entras a un estadio y ves el césped? ¿Puede ser la incertidumbre cuando parece que se detiene el tiempo en las ocasiones de gol? ¿O quizá no saber controlar esos minutos finales que nos depara el sabor amargo de la derrota? Son todas esas emociones existentes condensadas en una hora y media de partido que nos llevan a pasar de la alegría más pura a la realidad más amarga del fracaso. En el fútbol actual ya no vale jugar bien o en todo caso mejor que tu rival si no consigues marcar más goles.
El resto, lo que ocurre en los minutos restantes no le importan a nadie si no alcanzas la gloria. Y la gloria se le resiste a un Dépor que continúa instalado en la mediocridad y con una plantilla a la que le cuesta Dios y ayuda alcanzar una regularidad positiva que nos brinde satisfacciones a borbotones. Pero no está resultando fácil.
Y además, alguien debía de explicarlo, con Andone desaparecido en combate. Qué pasa con el rumano que de forma extraña y sospechosa pasó de ser pieza clave en el equipo a estar totalmente olvidado en la suplencia. ¿Se nos está escondiendo algo? No más por favor. Con Víctor Sánchez del Amo ya tuvimos bastante.

No ganar es fracasar

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